"El cuento ha cambiado, el zapato no se ha encontrado. Caperucita se come al lobo, el principe se vuelve sapo, la princesa tiene estrias, hay que cenar con la madrastra en nochevieja, el hada madrina se jubiló y los enanos trabajan en el circo."

martes, 12 de junio de 2012

Capítulo 9


Lali abrió la puerta de la oficina y sintió un gran alivio al comprobar que era la primera en llegar. Colgó su abrigo con presteza y se sentó, dándose un momento para recuperarse.
Se había acostado con su jefe, y había sido una experiencia mágica e inolvidable, pero ese día tenía que trabajar con aquel hombre y pretender que nunca había sucedido. El domingo por la mañana, al despertarse, el espacio junto a ella en la cama estaba vacío. No encontró ninguna nota, no hubo ninguna despedida... nada. Peter había obtenido lo que quería y se había ido. Por respeto hacia sí misma, Lali decidió que no mostraría que su deserción la había dejado dolida y confusa, aunque seguramente no podría ocultarlo.
Con veintinueve años, divorciada y con una hija de seis años, Lali ya no era una ingenua. Sabía cómo funcionaban los romances de oficina: uno se liaba con un compañero asumiendo el riesgo de que tarde o temprano la relación personal influía en el trabajo; uno de los dos terminaba por marcharse cuando las cosas se ponían difíciles, o si se quedaba, el trabajo se convertía en un infierno.
Lali no tenía ningún deseo de que aquello le sucediera a ella, así que le aseguraría a Peter que ella no iba a reclamarle nada ni hacerle sentir incómodo. Toda aquella charla sobre establecerse en Londres había sido eso: charla.
Lali ahogó un suspiro. Peter podía haber tenido un poco de dignidad... No podía marcharse como si nada, aunque acostarse con ella no hubiera significado nada para él.
De todas formas, no tenía sentido tomárselo a la tremenda. Se obligaría a decirle a Peter que todo estaba bien, así él no tendría que andarse con miramientos, ni sentiría que se había aprovechado de ella. Lali era adulta y se iba a comportar como tal. Aunque se le partiera el corazón.
Al oír voces en el pasillo, se irguió en la silla y se puso a ordenar la pila de papeles que había sobre su mesa. Peter entró seguido por Richard Akers.
–Buenos días, señorita Esposito.
La formalidad del tono de su voz no pilló por sorpresa a Lali, pero le dolió igual. Diciéndose que probablemente era mejor así, los sentimientos de Lali se vieron envueltos en un nuevo torbellino cuando vio que Peter le guiñaba un ojo, y le dirigía una leve sonrisa.
Buenos días.
Dirigió su respuesta a los dos hombres, pero no le sorprendió que Richard Akers apenas la mirara. Aquel hombre tenía reputación de ser un amargado, pero por una vez Lali no se preocupó. Su cabeza estaba en las nubes porque Peter le había guiñado un ojo. Patético.
La reunión con Richard se eternizó durante dos interminables horas. ¡No le extrañaba que Nicolas Riera se hubiera dado a la bebida si trataba con Richard Akers todos los días!
Peter había empezado el día sintiéndose optimista y lleno de energía, pero en aquel momento estaba de bastante mal humor y necesitaba urgentemente tomarse un par de tazas del excelente café que preparaba Lali. Por no mencionar la necesidad de ver a aquella mujer. Si le dirigía la palabra, claro.
Debería darse de patadas por haberse marchado tan temprano el domingo por la mañana, sin ni siquiera despertarla para despedirse. Si quería darle a Lali la impresión de que era un interesado sin corazón, que jugaba con sus sentimientos, sin duda lo había logrado. Se había comportado de manera casi automática, reconoció avergonzado, pero le había invadido un absurdo pánico al sentir que su vida estaba tomando una dirección para la que no estaba seguro de estar preparado. Había necesitado caminar y pensar, y después caminar un poco más. El ejercicio le ayudaba a centrarse.
Peter se había pasado todo el día tratando de ordenar sus pensamientos. Al caer la noche, había tomado la decisión de que iba a dar una oportunidad a la relación con Lali. Entonces Peter había sentido la urgente necesidad de telefonearla para que supiera que la noche del sábado había sobrepasado todas sus expectativas de lo que sería hacerle el amor. Desafortunadamente, Lali no estaba cuando la llamó, y aunque había seguido intentando dar con ella a lo largo de la noche, nadie contestó al teléfono. A Peter le fastidió que no tuviera ni siquiera un contestador para dejarle un mensaje, así que decidió que hablaría con ella en cuando tuviera la oportunidad.
En consecuencia, se había pasado el resto del domingo preguntándose dónde estaría ella todo ese tiempo, y con quién. Era consciente de que se estaba enamorando profundamente de ella, pero estaba absolutamente decidido a dejar que las cosas siguieran su curso, sin anticipar la ruptura por primera vez en su vida.
El panorama que encontró Peter al salir del despacho dibujó en su cara una sonrisa de oreja a oreja: el voluptuoso y encantador trasero de Lali, dentro de su ajustada falda negra, se movía bajo la mesa, donde Lali estaba buscando algo.
¿Necesitas ayuda?
El sonido de la voz divertida de Peter sorprendió a Lali, que se golpeó la cabeza con la mesa. Sintiendo que enrojecía, salió de la zona de peligro y se puso rápidamente en pie.
Su oscuro cabello escapaba de nuevo de las ataduras de la coleta, y sedosos mechones le caían por la cara. El deseo que se había apoderado de Peter al ver el trasero bajo el escritorio aumentó hasta niveles casi dolorosos.
Estaba buscando mi estilográfica.
Levantó la pluma para que él la viera, y la dejó sobre la mesa, tratando de ocultar su vergüenza: ¡qué momento tan indigno para que Peter la hubiera sorprendido!
–Fue un regalo de Allegra, y no quería perderlo.
Lo entiendo perfectamente.
Acercándose, Peter hizo ademán de acariciarle el pelo.
Sobresaltada, Lali dio un salto hacia atrás, y nerviosamente se alisó la falda y se arregló el cinturón mientras intentaba calmar su confusión.
Estaba a punto de preparar café. Antes no tuve oportunidad, cuando Richard Akers estuvo contigo.
Gracias a Dios que se ha ido –sonrió–, ese hombre aburriría a toda Inglaterra.
Lali intentó sonreír, pero los músculos de su cara no funcionaban. Peter la abrumaba, ése era el problema: con sólo mirarla, ella dejaba de pensar con claridad. No estaba dispuesta a que se le fuera la cabeza por un hombre para quien sólo había sido una diversión, nada más. Tantos años sin disfrutar de las caricias de un hombre la habían dejado vulnerable al primer hombre que la había atraído de verdad desde Pablo, y ahora tenía que pagar el precio. Ojalá él no siguiera allí delante mirándola, con aquella sonrisa tan sexy volviéndola loca.
¿No me merezco ni un pequeño beso de buenos días?
Con gran desenfado, Peter cubrió la distancia que los separaba y deslizó sus manos sobre los brazos de Lali. Temblando de nervios, Lali echó una mirada preocupada a la puerta.
–No, no te lo mereces. El mensaje del domingo, cuando me levanté y ví que te habías marchado, fue alto y claro: lo que tuvimos fue sólo sexo, una aventura de una noche. Pero no te preocupes, Peter, no voy a complicarte la vida. Algunos sabemos actuar con un poco de dignidad.
Sé la impresión que te di –enrojeciendo, sacudió la cabeza–, pero tenía mucho que pensar acerca de ti y de mí.
¿Y a qué brillante conclusión has llegado?
No pudo evitar el tono mordaz. Su acción la había hecho sentirse como si ella no valiera nada, él la había utilizado. No importaba que el sexo hubiera sido fantástico.
–He decidido que quiero intentar una relación seria contigo. Eso incluye conocer a Allegra. Te estuve llamando el domingo por la noche para decírtelo, pero no di contigo.
Me dolía la cabeza, desenchufé el teléfono.
Su tono fue frío y distante. Peter no se inmutó:
¿Y bien? ¿Qué te parece lo que acabo de decir?
–¿Que qué me parece? –Lali se apartó de él, cruzándose de brazos– que estás jugando conmigo. ¿Sabes lo cruel que es eso, Peter? Tú ríete de gente como Nicolas, que se preocupan demasiado, pero él por lo menos no creo que haya utilizado a nadie conscientemente.
¡Yo no te he utilizado!
¿Ah, no? –inclinó la cabeza hacia un lado y lo miró amargamente–. ¿Entonces cómo llamas a tener sexo con una mujer y marcharse a la mañana siguiente sin ni siquiera decir adiós?
Las cosas no iban exactamente como había planeado, pensó Peter con frustración.
–Nunca había perseguido a una mujer –admitió, con voz grave–. ¿No te parece que si estoy yendo detrás de ti con tanta insistencia es porque creo que hay algo más que sexo? ¿Qué otro hombre iría a buscarte a un parque de juegos infantil? Estoy hablando en serio de nosotros, Lali, quiero que tengamos una relación en condiciones, ¿por qué no me crees?
Porque no confío en ti.
Ya estaba, lo había dicho. Y curiosamente no se sentía mejor. Observó a Peter: era un buen actor, parecía destrozado...
De repente Lali se sintió terriblemente cansada de aquellos juegos:
Tengo trabajo.
Miró hacia la puerta de nuevo, deseando que se acabara aquel momento tan incómodo para los dos. El corazón le latía con fuerza ante la idea de que su relación no iba a ningún sitio después de todo. Algo le dijo que no iba a poder recuperarse tan fácilmente de aquel desengaño.
Entonces, ¿no vas a darme la oportunidad de enmendar mi error?
No hay nada que enmendar. Ambos somos adultos. Sabía lo que estaba haciendo tan bien como tú. Olvídalo. Yo lo voy a hacer.
Mentirosa.
Repentinamente, Lali se encontró atrapada fuertemente contra el pecho de Peter, y todos sus sentidos se centraron en él. Lali sintió sus pezones duros, anticipando sus caricias, recordando aquella boca sobre ellos, su calor, la forma en que la había hecho estremecer...
¿De verdad crees que puedes olvidarme tan fácilmente?
Bajando la cabeza, Peter depositó un beso explosivo en el hueco entre el cuello y la clavícula de Lali. Ella sintió un apasionado ardor recorrerla hasta la punta de los pies y de vuelta, y tuvo que morderse el labio para ahogar un gemido.
–Eres un hombre implacable, Peter. Hasta ahora no sabía lo implacable que eres.
Soltándose con dificultad de su abrazo, se sentó detrás de su escritorio y se puso a examinar papeles nerviosamente.
¿Por qué?, ¿porque voy detrás de lo que quiero? –preguntó, frunciendo el ceño.
Lali tomó aliento:
Porque no te importa si haces daño a alguien durante el proceso –dijo suavemente.
Estaba equivocada, pensó Peter amargamente. Se arregló el cuello de la camisa y suspiró:
–No quiero hacerte daño, Lali. Si actué como un bastardo el domingo fue porque, hasta ahora, la idea del compromiso no me entusiasmaba precisamente. Pero no quiero perderte. ¿Qué dices, nos damos otra oportunidad? Iremos poco a poco, ¿eh?
La expresión de ella mostraba su conflicto interior. Peter esperaba impaciente su respuesta.
¿Entonces no me estabas utilizando? Conozco tu reputación.
El corazón de Peter casi se paró:
Te juro que no... ¿Cuál es mi reputación?
Incómoda por el giro que daba la conversación, Lali volvió a mirar a la puerta.
–Mira, Peter, sé que no te van las relaciones a largo plazo, y no te culpo por ello. No voy a complicarte la vida. Lo pasado, pasado. Lo mejor es olvidarnos de todo.
La mirada azul de Peter se tornó glacial.
Creía que no te gustaban los cotilleos... Es evidente que has oído cosas que te hacen dudar de mis intenciones, y no crees que pueda querer ir en serio contigo.
Ahora mismo no sé qué creer.
De nuevo, Peter se maldijo a sí mismo por haberse marchado. Ahora le iba a costar mucho convencerla de que no era el bastardo inmoral que obviamente ella creía que era.
–¿Puedes conseguir que tu madre cuide de Allegra esta noche?
Lali lo pensó rápidamente, notaba su frente sudando.
Casi seguro... Sí, seguro que no le importa. Pero, ¿por qué?
Voy a llevarte a cenar para que podamos hablar como adultos civilizados, lejos de la oficina y lejos de cotilleos. Te recogeré hacia las siete y media, ¿te parece bien?
Lali asintió.
Bien. Hasta entonces, te estaría muy agradecido si hicieras algo de café... Ah, y también estaría bien si pudieras transcribir las notas de la reunión de la junta pasada y dármelas.
La puerta se cerró detrás de él con rotundidad, dejando a Lali sola contemplando los papeles en sus manos sin ser capaz de leer ni una línea.
Por la noche, a las ocho menos cuarto, ataviada con su vestido negro favorito y maquillada lo mejor que sabía, Lali se sentó en el sillón bebiendo nerviosamente de una copa de vino blanco. Peter se retrasaba, pero aquello no significaba que no fuera a aparecer, ¿no?
Antes de que salir de la oficina, Peter la había avisado de que iba a pasar por la zona del puerto para ver al contratista antes de ir a su casa. Tenían mesa reservada a las ocho y había prometido que sería puntual.
–Estoy preparada, señor Lanzani –dijo en alto, rompiendo el silencio– ¿Y usted dónde está?
Pasaron las ocho sin que Peter diera señales de vida. Lali fue resignadamente a la cocina y tiró en la pila lo que quedaba de su copa de vino. ¿Por qué no había acudido a la cita? ¿Pensaría él también que una relación entre ambos no era tan buena idea, después de todo?
El dolor del rechazo la golpeó como un puño en el estomago. Se apoyó en el fregadero, y trató de contener las lágrimas. Por lo menos las cosas no habían ido muy lejos: al menos Allegra no había tenido tiempo de encariñarse de Peter y él todavía no formaba parte de sus vidas.
Finalmente, se secó los ojos con el dorso de la mano, apagó la luz, tomó la chaqueta y las llaves del coche y se fue a casa de su madre para recoger a su hija.
Llegó pronto por la mañana, y se alegró de que no hubiera rastro de Peter. Lali trató de distraerse sumergiéndose en el trabajo: encendió el ordenador, y se concentró en las notas de la junta que le quedaban por transcribir y que Peter le había pedido.
Empezó a especular sobre aquel hombre. ¿Dónde estuvo la otra noche, y por qué había faltado a su cita? Ni siquiera había tenido la decencia de llamarla para cancelarla. La había decepcionado por segunda vez. No le daría una nueva oportunidad.
Mordiéndose el labio distraídamente, Lali leyó al menos tres veces lo que había en el monitor, sin enterarse de lo que estaba leyendo. ¿Era aquello un avance de lo que vendría después? ¿Estaba destinada a pasar el resto de sus días laborables con aquel hombre, sintiéndose como una adolescente enamorada?, ¿inmersa en confusión cuando él estaba cerca, con un nudo en el estómago cuando no lo estaba?
–Hola, Lali.
Levantó la vista y vio a Mary entrar corriendo en la habitación, nerviosa.
¿Qué pasa?
¿No te has enterado?
¿De qué?
–De lo que le ha pasado a Peter.
Lali sintió que el estómago se le alteraba:
¿A qué te refieres?
Fue anoche en la zona del puerto. Se escurrió de un andamio y se cayó. Ha pasado la noche en el hospital con una costilla fracturada y un profundo corte en el hombro por el que le tuvieron que dar veinte puntos.
¿Dónde está ahora?
Poniéndose en pie, Lali miró ansiosamente a la mujer rubia. ¿Por qué nadie la había informado de aquello? Pero, ¿por qué deberían haberlo hecho? Ella era tan sólo su secretaria temporal. Y pensar que había pasado la noche entera castigándolo por no haber acudido a la cita... No podía soportar la idea de que aquel hombre fuerte y sano hubiera estado dolorido y solo en el hospital.
–Está en el piso de su hermana en Highgate –le anunció Mary, alargándole una hoja de papel con las señas–. Me llamó al móvil esta mañana y me encargó que te dijera que vayas allí.
Mary se sorprendió ante el ímpetu con que Lali le quitó el papel de las manos.
–Gracias, Mary. ¿Puedes contestar al teléfono por mí? Te llamaré en cuanto esté volviendo.
Agarrando su abrigo y su bolso, Lali se apresuró hacia la puerta.
–Dale recuerdos de nuestra parte –Mary se acercó a Lali sonriendo tímidamente–. Dile que todas las chicas de la oficina desean que se recupere pronto.
Lo haré.
No muy segura de si se lo diría o no, Lali corrió por el pasillo hasta el ascensor.
Le abrió la puerta en vaqueros y con una camisa azul claro abierta hasta la mitad, que dejaba ver el vendaje que le cruzaba el pecho. Tenía ojeras y parecía que no se había peinado en días. Pero para la hambrienta mirada de Lali era todo lo que ella quería en un hombre y mucho más.
Tratando de sonar natural, sonrió:
¿Así que esto es lo que te pasa cuando te dejo solo? Ser arquitecto en estos tiempos es un trabajo muy arriesgado... Seguro que no llevabas el calzado adecuado, ¿te caíste por eso? La última vez que estuvimos allí el lugar era un lodazal.
No podía parar de hablar, estaba tan contenta de verlo en pie... ¡podía haberse matado!
Siento haber faltado a nuestra cita. No tenía tu número de teléfono encima, si no, hubiera hecho que alguien del hospital te llamara.
Inusualmente sumiso, Peter se apartó de la puerta y la invitó a entrar.
El piso de su hermana tenía todas las comodidades de un hogar, con su precioso suelo de parquet, sus muebles suntuosos y una consola de ordenador último modelo, pero la idea de Peter tumbado en aquel enorme y lujoso sofá, solo y dolorido, despertó el instinto maternal de Lali.
No importa. Lo que importa ahora es que te tienes que cuidar. ¿Te duele algo? ¿Te dieron algo para aliviar el dolor cuando estuvieras en casa?
Mientras preguntaba, se fue quitando el abrigo, lo lanzó a una silla y se volvió a examinar a Peter más de cerca. El corazón le saltó en el pecho cuando Peter le sonrió.
Nada más fijar su mirada en la mujer en la que había estado pensando toda la noche, Peter advirtió que el dolor en las costillas, que apenas le había dejado dormir un par de horas, desaparecía milagrosamente como si se hubiera tomado una droga maravillosa. Al contemplar a Lali con su hermoso pelo negro cayéndole sobre los hombros, y sus ojos verdes llenos de preocupación por él, pensó que era la criatura más hermosa que había visto nunca. No necesitaba hospitales ni medicinas para aliviar el dolor, tan sólo necesitaba a Lali.
Parecía que de repente todos los cabos sueltos de su vida encontraban acomodo. La idea era muy excitante, pero también lo aterraba. Después de marcharse el domingo por la mañana y verla al día siguiente en la oficina, realmente pensó que lo había echado todo a perder. Y así como sabía que ella lo perdonaría por no haberla llevado a cenar la noche anterior, a causa del accidente, no estaba tan seguro de que fuera tan magnánima con sus errores anteriores.
Lo llevo bastante bien. ¿Puedes prepararme algo de café? La cocina está por ahí.
¿Has comido algo? Puedo hacerte algo de desayuno también. ¿Por qué no vuelves al sofá y descansas?
No quiero descansar. Quiero hablar contigo.
Peter siguió a Lali a la cocina, y ella insistió en que se sentara en una silla, mientras preparaba el café y unas tostadas. Cada vez que se volvía ansiosa a mirar a aquel robusto hombre y lo veía sujetándose las costillas cuidadosamente, su estómago se contraía. Puso pan en la tostadora, se dio la vuelta y se apoyó en la encimera para hablarle de frente.
¿Qué fue lo que pasó?
Exactamente como tú has dicho –contestó, elevando los enormes hombros como un chico travieso, y sonrió–: calzado inadecuado, suelo lleno de barro, sigo al contratista que sube un andamio y pierdo pie. Fue una suerte que estuviera a poca distancia del suelo. Si hubiera sido más alto, podría haberme quedado en el sitio.
Eso no tiene ninguna gracia.
No, no la tiene.
Aguantando una mueca de dolor, Peter trató de no prestar atención a la sensación de dolor en las costillas.
No deberías haber corrido un riesgo como ése, ¿en qué estabas pensando?
Lali se dio cuenta de que lo estaba regañando, le preocupaba que fuera tan descuidado con su propia seguridad, así que se dio la vuelta y se puso a comprobar cómo iban las tostadas.
Desde detrás, la voz de Peter llegó calmada:
–Estaba pensando en ti, Lali. Estoy empezando a creer que me has hechizado o algo así.
Lali intentó restar importancia a sus palabras:
–¡No digas tonterías!
¡Maldita sea, mujer! ¡Estoy hablando en serio!
Con el corazón latiéndole con fuerza, Lali se irritó ante la reprimenda, pero llegó a ver la mueca de dolor en los ojos de Peter, y los remordimientos la invadieron.
–Por favor, Peter, cálmate. Es evidente que te duele.
–Me duele más porque parece que no me tomas en serio –juró pausadamente–. El que tu marido jugara con tus sentimientos no significa que yo vaya a hacer lo mismo. Quiero tener una relación contigo, Lali... una relación seria.
Al decir aquello, Peter sintió una ola que lo recorría entero. Hasta aquel momento, no había sabido qué era lo que quería. Pero la huida del domingo lo había cambiado todo.
Lali se quedó helada.
–Nunca funcionaría, Peter. Tú eres quien eres y yo... yo... Además, no sería justo para Allegra.
–¿Tú, qué? –la interrumpió Peter, sin preocuparse en disfrazar su irritación–. ¿Qué me dices de tus necesidades, Lali? ¿Vas a seguir soltera durante los próximos quince años, hasta que Allegra sea lo suficientemente mayor para irse de casa y tener su propia vida?
Eso sería mucho mejor que confundirla con montones de hombres diferentes entrando y saliendo de mi vida.
–¿Montones de hombres diferentes? –preguntó Peter, levantándose lentamente de su asiento–. ¿Has escuchado algo de lo que te he dicho? Estás tan segura de que todo lo que quiero de ti son unos cuantos revolcones y nada más... Sé que mi pasado con las mujeres no es buena referencia, pero ahora te he encontrado a ti, ¿no lo ves? Yo era cínico respecto a las relaciones largas: vi cómo el matrimonio de mis padres se desintegraba delante de mis ojos, y me enfureció que no pudieran arreglarlo. Después de ver a mi madre destrozada por las continuas infidelidades de mi padre, pensé que sería mejor tantear el terreno un poco antes de ir en serio con alguien. Ahora me doy cuenta de que me equivoqué al tomarme aquellas relaciones tan a la ligera. Seguramente hice daño a algunas de aquellas mujeres porque no quise comprometerme, y lo lamento; no se lo merecían.
Se encaminó hacia la puerta.
–Piénsalo, Lali. La próxima semana me voy a Nueva York unos días para cerrar algunos negocios. Cuando vuelva, me gustaría que me dijeras si quieres que nos juntemos.
–¿Juntarnos? –Lali lo contempló sorprendida y asustada– ¿Te refieres a... vivir juntos?
–No inmediatamente, pero ésa es la idea. Sé que te preocupa el efecto que pueda tener sobre Allegra, pero te prometo que no pienso precipitarme. Me gustaría que nos fuéramos conociendo mutuamente, incluida Allegra. Luego, pasado un tiempo, me compraría una casa en Londres.
Lali olió a quemado. Se dio la vuelta justo cuando la tostadora expulsaba el pan carbonizado. Con manos temblorosas, tiró las tostadas a la basura, y levantó la mirada hacia Peter de nuevo. Estaba apoyado en la jamba de la puerta, con una palidez preocupante.
–Haré otras tostadas. ¿Por qué no vas a tumbarte en el sofá, y ahora te llevo una taza de café? Por favor, Peter. No deberías estar levantado.
¿Has escuchado algo de lo que te he dicho? –le preguntó frunciendo el ceño, cansado.
El corazón de Lali se moría por él, pero debía ser cautelosa. Su pasado con las mujeres no era una buena referencia. ¿Por qué iba a ser ella la excepción a la regla?
Claro que te he escuchado. Y te prometo que pensaré en ello. Pero ahora tu salud y tu comodidad es lo único que me preocupa.
Qué pena no haber robado un uniforme de enfermera del hospital. ¡Verte vestida con eso, con unas medias negras y un liguero le hubiera venido muy bien a mi salud y a mi comodidad!
Divertido al ver la reacción de Lali, tanto como excitado por la fantasía que acababa de crear, Peter se volvió obedientemente al salón y se tumbó en el sofá.

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Lo prometido es deuda, vosotras cumplisteis y yo también!!
2º capitulo del dia!! espero que os guste!!

Pd: avisadme en el comentario o por twitter si queréis o no que os avise cuando suba capitulo por favor, no quisiera resultar pesada avisando a personas que no lean la nove...

GRACIAS por TANTO!!

12 comentarios:

  1. Me encanto, bien frontal peter dejando las cosas claras, ahora q hará lali?
    Yo, aquí!! Avísame je!
    Gracias por publicar!
    @vale_cadenas

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  2. Si bien Peter se equivocó ,marchándose el domingo sin despedirse,y menuda caminata se pegó para pensar,jajaja,el lunes a la mañana cuando le dedico la sonrisa y el guiño d ojo ,Lalise sentiria en las nubes.

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  3. Además d desearla la ama,y se lo deja bien clarito,y ella esta en las mismas.Espero k no ponga más d excusa a Allegra y se arriesgue ,en 6 años no estuvo con nadie,así k la niña no tiene xk sufrir.Peter hizo más k su propio padre, x estar con ellas.

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  4. Por poco le pide de rodillas tener algo seria y ella sigue dudando,dios!q insegura,no todos son como Pablo!Si ella muere por él y él no hace otra cosa q decirle la verdad,porq ha puesto con total sinceridad las cartas sobre la mesa,q se arriesgue,no se va a equivocar

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  5. Dónde estaba esta nove q no la había descubierto antes,un monumento a Cami or recomendarmela le voy a hacer! y a vos por subirla!Es INCREIBLE.
    Cuantos cap tiene?Decime q no es muy corta,!

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    1. Gracias a ti por leerla y por desgracia si, es corta...solo quedan 3 capitulos...

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    2. Te lo pregunte porq me lo veia venir,ojalá luego subas otra.Esta es realmente buena!

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  6. Lo mejor q puede pasarle a Allegra es verla feliz con un hombre!y no sola e insegura toda su vida!
    A amar se aprende viendo amor...en eso debe pensar ella,y Peter está dispuesto a querer a Allegra...dios es como el hombre perfecto!Q no lo deje ir!

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  7. Espero que Lali le de una oportunidad....

    te amo sister!!!

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  8. Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!

    Aca me pude poner al dia, que manera de desarrollarse las cosas por dios, me encanta esta Lali que se pone en 2° lugar por el bienestar de sy hija, aunque no tendria que olvidarse que antes que nada es MUJER.

    Este Peter que se lleva el mundo por delante y no le importa el que diran, ha encontrado por fin, la horma de sus zapatos .... espero que las cosas se resuelvan pontito

    Gracias por subirla hermosa de mi vida.

    Espero mas pronto.

    Besos enormes

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