Cuando Lali apareció en el salón con el desayuno, Peter estaba
dormido. Sus piernas, moldeadas por los vaqueros, sobrepasaban el
brazo del sofá, el sedoso pelo castaño le caía por la frente y sus
rasgos estaban relajados por el sueño. Mostraba una vulnerabilidad
que despertó en Lali todos los instintos de cuidarlo.
Dejó el desayuno en una mesita y se sentó en un sillón cercano a
Peter. No pudo evitar reconocer la verdad: estaba enamorada de Peter.
Hasta la médula, loca por él.
Cuando Mary había aparecido aquella mañana en su despacho y le
había contado lo que le había pasado a Peter, Lali supo que su vida
nunca sería la misma si lo perdía. Pero no estaba segura de estar
preparada para comprometerse con él, veía demasiados obstáculos
para que su relación funcionara.
Salir con aquel hombre suponía poner en riesgo su felicidad y la de
su hija, confiando en un hombre que no sabía nada de cuidar de una
familia. ¿Qué pasaría si, en unos pocos meses, o quizá semanas,
empezaba a sentirse atrapado o aburrido? Los sentimientos que tuviera
hacia ella se transformarían en resentimiento.
Pero cómo deseaba estar junto a él. Sólo el hecho de saber que él
existía la hacía sentirse bien. En la cama, habían compartido una
pasión salvaje y Lali se había sentido hermosa y deseada.
Pero, ¿qué pasaría cuando él la presentara a sus amigos como su
antigua secretaria? ¿la mirarían por encima del hombro? Y, ¿qué
pasaría con su familia? ¿cómo reaccionarían cuando supieran que
su guapo y exitoso hijo se había enamorado de alguien que trabajaba
en su oficina? Lali recordó lo desdeñosos que habían sido los
padres de Pablo y un escalofrío la hizo estremecer. Nunca más
permitiría que alguien la hiciera volver a sentir tan indigna.
Peter se movió en sueños y Lali volvió a la realidad. Se puso en
pie y volvió a llevar el desayuno a la cocina. Decidió hacer té y
llamar a la oficina para comprobar si había mensajes. Tan pronto
como Peter se despertara, vería lo que podía hacer por él, y
volvería a la oficina en cuanto fuera posible. Poner un poco de
distancia entre ambos la ayudaría a aclararse.
A las cuatro y media de la tarde, Peter telefoneó a Lali a la
oficina por tercera vez:
–¿Lali?
–Hola, Peter.
Tomó su bolígrafo y dibujó una carita sonriente en su cuaderno.
–Necesito que vengas.
–¿Por qué? –preguntó, tensando la espalda
ante la idea de que estuviera sufriendo.
–Quiero verte antes de que te vayas a casa.
–¿Por qué?
Lo oyó maldecir, y tuvo que morderse el labio para no sonreír.
–Preguntas demasiado, ¿lo sabías?
–Es parte de mi trabajo. Estoy entrenada para
cubrir cualquier necesidad de mi jefe.
–Veo que empezamos a entendernos... –susurró Peter con voz
grave, y riendo después.
–No ese tipo de necesidad. Además, estás
herido. No quiero arriesgarme a que te hagas más daño del que ya te
has hecho tú mismo.
–Cariño, hablar contigo en este tono me hace
daño como no te imaginas.
Lali se lo imaginaba, y sintió cómo su cuerpo respondía
ardorosamente.
–Si realmente necesitas verme, saldré media hora antes de la
oficina y pasaré por tu casa antes de ir a la mía. Esta noche no
puedo llegar tarde: tengo que llevar a Allegra a natación.
–Te prometo que no te retendré más de lo
necesario. Verte aunque sea unos minutos me hará bien.
Lali dibujó otra carita, y esta vez su sonrisa fue todavía más
grande.
El delicioso aroma a café recién hecho llenaba el piso. Peter
esperó a que Lali se quitara el abrigo, y luego insistió en que se
sentara junto a él en el sofá. Se había afeitado y perfumado.
–¿Todo va bien en la oficina? –preguntó Peter.
–Todo está bien, no hay nada nuevo.
Peter debía de haber puesto la calefacción, hacía demasiado calor,
pensó Lali. Aunque tal vez el sofoco provenía de sentir la
musculosa pierna de Peter junto a la suya.
–¿Todavía te duele?
Sólo cuando aquellos ojos azules se oscurecieron hasta ponerse
grises, Lali se dio cuenta de que su pregunta inocente podía
entenderse por otro lado.
–¿Estás preparada para que te conteste a eso?
Los dedos de Peter recorrieron la solapa de la chaqueta de Lali y se
deslizaron entre la blusa, deteniéndose a poco centímetros de sus
turgentes senos.
–Has hecho café, ¿traigo un poco?
Levantándose de un salto, Lali se escapó a la cocina antes de que
él pudiera responder. Él la siguió, tal y como ella esperaba que
hiciera.
–¿No quieres que te toque? –preguntó
compungido, con una mirada de frustración.
A Lali se le encogió el corazón al darse cuenta de que lo estaba
haciendo sufrir.
–De verdad, necesitas concentrarte en cuidarte
las heridas, no en preocuparte de si quiero que me toques o no.
Enrojeciendo rápidamente, Lali se giró para servir el café en dos
tazas que estaban en la encimera. Pero no llegó ni a alcanzar la
cafetera.
Con paso seguro, Peter se puso detrás de ella, con su cálido
aliento agitándole el pelo. La agarró firmemente por las caderas y
se acurrucó en su cuello, acariciándolo con los labios. Lali se
arqueó hacia él, convencida de que se derretiría allí mismo si él
seguía tocándola de aquella manera. Dejó escapar un gemido de
placer y apoyó la cabeza sobre el pecho de Peter.
–¡Ay!
El repentino grito no había sido de éxtasis, supo Lali. Sintiéndose
culpable, se dio la vuelta y lo encontró sacudiendo la cabeza y con
la mano cuidadosamente sobre el pecho.
–¡Te he hecho daño! Lo siento, Peter. ¡Debería haber tenido más
cuidado!
–Cállate y bésame.
–¿Cómo?
–Ya me has oído.
Peter sujetó el rostro de Lali entre sus manos y, con precisión y
experiencia, la besó. Había anticipado su sabor y su calor todo el
día, pero nada podía prepararlo para la desbordante sensualidad de
su beso. La respuesta de Lali lo sorprendió y elevó aún más su
deseo, enredó su lengua con la de Lali, mordisqueó el carnoso labio
inferior, hasta que estuvo tan excitado que tuvo que parar. Sin
ganas, se desenganchó de Lali.
–Deberían prescribirte en la Seguridad Social.
No sabes cuánto mejor me siento después de esto.
–¿Por qué has parado? –le preguntó Lali perpleja.
–¿Que por qué...? Cariño, te deseo tanto, que
podría subirte ahora mismo encima de la mesa de la cocina, pero creo
que ninguno de los dos querría eso, ¿no?
Le gustó verla enrojecer, y se alegró de comprobar que el ardiente
deseo era mutuo. Sonrió:
–Además, tienes que recoger a Allegra. No quiero que hagas esperar
a tu hija. En cuanto consigas que tu madre se quede con ella, quiero
que vengas aquí y pases la noche conmigo. Con costillas rotas o sin
ellas, eso no me detendrá de hacerte el amor.
–¿Ah, no?
Con la respiración aún agitada, Lali no pudo ocultar el deseo en
sus ojos.
–Siempre hay formas y medios. Distraeré mis
horas solitarias ideando algo.
–De acuerdo.
Lali le regaló una dulce sonrisa, y sintió el corazón lleno de
alegría. El hecho de que en medio de su apasionado abrazo Peter se
hubiera parado a pensar en Allegra le hacía ganar puntos. A lo mejor
sí había esperanza para una relación entre ambos después de
todo...
–¿Qué quieres cenar? No tengo tiempo de
cocinar ahora, pero puedo pedir que te traigan algo.
–Estoy bien. Mi madre va a venir a prepararme
una de sus especialidades. Le encanta cocinar.
Y lo malcriaría si él la dejara. Por primera vez, a Peter no le
molestó la idea.
–Parece una buena mujer.
–Lo es. A lo mejor os presento dentro de poco...
Lali se preguntó cómo resultaría. La asaltó el dolor del pasado,
pero trató de convencerse de que la madre de Peter no sería como
los Vaughan–Smith.
–Parece un hombre muy agradable –aprobó Loma Esposito mientras
se sentaba a la mesa junto a su hija y su nieta para cenar–. Me
encantará que Allegra duerma conmigo la noche del sábado para que
puedas acudir a tu cita. Te vendrá bien tener algo de tiempo libre
para ti.
–La yaya dice que podemos hacer un bizcocho de
chocolate. ¿Te guardo un poco, mami?
Levantando la cabeza de un tenedor repleto de puré de patata,
Allegra la miraba expectante.
–¡Más te vale, o tendríamos un gran problema!
Sabes que es mi favorito.
–¿La cita es con Peter, mamá?
Lali sintió los dos pares de ojos fijos en ella con gran interés:
–Sí, la cita es con Peter.
Cenarían y volverían, al piso de la hermana de Peter para pasar la
noche. Se emocionó sólo de pensarlo.
–Bien, le guardaré a él también algo de
bizcocho.
Lali sintió que la presión sobre sus hombros descendía. Allegra no
había protestado por el hecho de que su madre tuviera una cita, y
conocía a Peter y parecía que le caía bien.
«Aún es pronto, Lali... un paso detrás de otro, recuerda», le
aconsejaba la vocecita en su interior. El hecho de que Peter
pareciera ir en serio no significaba que fueran a tener una relación
de cuento. En unos días, volvía a Nueva York para cerrar sus
negocios allí, y se encontraría con las mismas tentaciones que
formaban parte de su vida antes de marcharse.
–Será mejor que comas, Lali, se te está enfriando la cena.
Al otro lado de la mesa, Loma Esposito entornó los ojos preocupada
al ver a su hija tan pensativa. Aquel Peter Lanzani parecía un buen
hombre, aunque sólo lo conocía de un breve encuentro. Pero Pablo
también había parecido un buen hombre...
Peter observó los planos en el tablero frente a él e hizo un
pequeño ajuste. Satisfecho al ver que su corrección suponía una
mejora considerable, se separó un poco para tener perspectiva. Un
latigazo de dolor en la zona del hombro derecho le dibujó una mueca
en la cara. Sus costillas iban curándose bien, aunque todavía le
dolían un poco, pero el corte en el hombro era lo quemas le
molestaba. Cada vez que le dolía se acordaba de lo estúpido que
había sido al subir al andamio con unos zapatos normales llenos de
barro. No acostumbraba a ser tan descuidado, pero había estado
pensando en Lali en vez de en el trabajo que tenía entre manos.
Al pensar en ella, se dio cuenta de que no tenía ganas de volver a
Nueva York. Si hubiera existido la posibilidad de mandar a alguien en
su lugar, no lo habría dudado. Pero había asuntos que sólo él
podía cerrar, además de un apartamento alquilado del que tenía que
devolver las llaves. Y quería despedirse de sus amigos.
En cuanto volviera de allí, Peter buscaría una casa para comprar,
una casa que esperaba algún día compartir con Lali y Allegra. Pero
primero tenía que convencerla de que iba en serio.
–¿Puedo pasar, Peter?
De repente estaba ahí, y Peter sintió que el dolor de su hombro
desaparecía milagrosamente.
–Entra y cierra la puerta.
–Sólo quería dejarte estas cartas para que las
firmaras.
Se quedó en la puerta, sintiéndose extrañamente tímida en su
presencia.
–Pasa de todas formas. Quiero hablar contigo.
Lali se sentó en un cómodo sillón de cuero frente a la mesa de
Peter y colocó las manos sobre su regazo. Con la idea de
tranquilizarla, Peter decidió empezar con un asunto neutral.
–He hablado con Nicolas desde la clínica, está bien. Los primeros
días fueron un poco malos, pero parece que está decidido a olvidar
la bebida y a tomar de nuevo las riendas de su vida.
–¡Eso es estupendo! –se alegró Lali, con los ojos brillando de
contento–, ¡sabía que podría!
–Es pronto para decirlo, cielo. Le quedan cuatro
semanas más en la clínica, entonces veremos.
–No dudo ni por un momento que puede hacerlo –afirmó Lali. Más
calmada, se recostó en el respaldo de su asiento–. Tú lo has
visto posiblemente en uno de sus peores momentos, pero no es el caso
perdido que crees que es.
–Yo nunca he creído que lo sea, pero cualquier
adicción es una enfermedad.
–Da igual, son unas noticias fantásticas.
Gracias por decírmelo.
Peter escogió un bolígrafo de un bote junto a él y se puso a jugar
con él entre los dedos.
–¿Qué dirías si te cuento que probablemente
no vuelva a trabajar aquí?
–¿Por qué?
–He pensado en mandarle a la oficina de Nueva
York. Un cambio de escenario puede venirle muy bien: gente nueva,
desafíos nuevos, vida nueva...
–Creo que funcionaría... Lo voy a echar de
menos.
–Tú trabajarías para mí.
Preocupado por la reacción de Lali, Peter la miró directamente.
Observó un brillo de duda en sus ojos y se le hizo un nudo en el
estómago. ¿Realmente la perspectiva le gustaba tan poco?
–Como soy el dueño de la empresa, sería un
ascenso, por supuesto. Mayor responsabilidad y mayor sueldo... ¿qué
te parece?
En otras circunstancias le hubiera parecido excelente, pensó Lali.
Pero había prometido a su madre y a Allegra que reduciría sus horas
de trabajo para poder estar más tiempo con su hija, y aquella oferta
era lo último que deseaba oír. Por no mencionar el hecho de que
ahora tenía una relación íntima con Peter.
Sería cuestión de tiempo antes de que toda la empresa supiera que
había algo entre la secretaria de Nicolas Riera y Peter Lanzani.
Potencialmente, podía levantar mucho resentimiento y hacer su vida
más difícil de lo que ya era.
–Quería hablarte de eso.
–¿De qué exactamente?
–De trabajar juntos.
Revolviéndose incómoda en su asiento, Lali se atusó un mechón de
pelo:
–Supongo que eres consciente de que a largo plazo no resultaría.
No cuando... cuando tenemos una relación personal. Además quería
comentarte la posibilidad de reducir mi horario de trabajo. Necesito
estar más tiempo con Allegra: he trabajado a jornada completa desde
que era un bebé. Está creciendo tan deprisa... y este tiempo nunca
volverá. Ya me he perdido cosas de su vida que no tendré la
oportunidad de disfrutar de nuevo. Así que, gracias por pensar en
mí, pero realmente creo que, dadas las circunstancias, deberías
darle el trabajo a otra persona.
–¡Nadie sabe hacer el trabajo tan bien como tú! Tuve trabajando
para mí a Mary cuando estabas de baja, y es una secretaria correcta,
pero pídele que piense con un poco de rapidez y se arruga como una
niñita incompetente. ¡Saca el cavernícola que hay en mí!
Lali rió abiertamente.
–¿Y conmigo no sacaste el cavernícola que hay
en ti?
Peter frunció el ceño y se sentó de nuevo.
–¿Estás diciendo que es difícil trabajar
conmigo?
–No –la voz de Lali era firme–, lo que digo es que, si va en
serio lo de que tú y yo tengamos una relación personal, no puedo
trabajar para ti. Sabes que tiene sentido.
Peter sonrió.
–Entonces, ¿buscarás a alguien para el puesto?
–No hasta que vea cómo se desenvuelve Nicolas. Entonces te daré
mi veredicto. Mientras tanto, creo que deberíamos mirar cómo
podemos reducir tus horas. Entiendo que es importante para ti pasar
más tiempo con Allegra.
–Gracias.
Después de exhalar un largo suspiro de alivio, Lali se levantó para
marcharse.
–¿Adonde vas? –preguntó Peter.
–Tengo trabajo que hacer.
Peter se levantó, rodeó el escritorio y se acercó a ella con un
destello en los ojos que empezaba a reconocer.
–No antes de que me beses.
–¡Peter! Alguien podría entrar...
Él fue hasta la puerta y echó el pestillo.
–Ahora nadie nos molestará...
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Holaaaa!!!! No se que decir que no sea gracias por los comentarios y las visitas!!!
Me alegro de que os guste tanto, pero con todo el dolor de mi corazon anuncio que solo quedan dos capitulos para el final de la novela.
Disfruten del capi y comenten mucho!!
Un beso grande!
Me encanta, peter no puede ser más bueno... como q solo dos??? después viene otra no??
ResponderEliminarPeter se la hace fácil y ella no hace + q darle vueltas,entiendo q es una forma de protegerse y proteger a su hija pero el q no arriesga no gana y él le esta ofreciendo todo tipo de seguridades...no piensa q para su hija (q evidentemente toma todo con más naturalidad q ella,como suelen hacer los chicos)vivir en una flia sería mejor q estar ambas solas!
ResponderEliminarEsta historia me huele a final feliz!
Quiero un Peter así para míJAJA!
Mas mas mas mas mas ams mas mas
ResponderEliminarMe encanta esta nove seguila plis!!!!!!!!! Quiero otro capitulo
ResponderEliminarQue buena que esta la nove. Quiero mas capssss!!!
ResponderEliminarBuenisimo el cap :)
ResponderEliminarespero mas!
un beso
Juli♥
@amorxca
Queeeeeeeeee???????????????/ Dos capissss?? Porque? :(
ResponderEliminarQuiero mas!!
Que bueno que Lali este cediendo!!
ResponderEliminarY que penita que acabe ya...
Te amo sister!!!
acabo de leerme toda la nove... y no tengo mas palabras q describirla como perfecta... me encanta... espero q subas mas... xq me quedo con muchas ganas de seguir leyendo me volvi adicta a tu nove... jajajaja.... QUIERO MASSSSS NOVEE....!!! ESPERO Q SUBAS MAS....
ResponderEliminarBESOS Q ESTES BIEN...!!!! :)
Los dos van cediendo d a poco.Lali se alegra x Nicolas.Me encanta Allegra,es un niña feliz ,y le cayo bien Peter.La madre d lali tambien parece k esta feliz x su hija.Espero k tengas otra novela preparada.Un beso.
ResponderEliminarSoy una nueva lectora! Me encanta la nove!!
ResponderEliminarEspero mas!
Fresy07