"El cuento ha cambiado, el zapato no se ha encontrado. Caperucita se come al lobo, el principe se vuelve sapo, la princesa tiene estrias, hay que cenar con la madrastra en nochevieja, el hada madrina se jubiló y los enanos trabajan en el circo."

jueves, 14 de junio de 2012

Capítulo 12


Unos fuertes golpes en la puerta los sobresaltaron.
–Quédate con esa idea –propuso Peter.
–¿Peter? ¿Estás ahí con Lali? ¿Por qué no venís los dos al despacho y os preparo un café?
Madre...
Sacudiendo la cabeza, Peter tiró suavemente de la mano de Lali:
No se irá hasta que no llegue al fondo de todo esto. En la familia la llaman «Colombo» por algo –explicó–. Será mejor que volvamos. Siento mucho lo de esta mañana, estaba de un humor de perros. No tenía ningún derecho a pagarlo contigo.
–Disculpa aceptada –contestó Lali, sonriendo tímidamente.


–¿Tienes alguna fotografía de Allegra para verla?
Sentada junto al escritorio de Lali, Victoria Kendall se inclinó hacia delante con interés mientras Lali rebuscaba en su bolso.
Cuando se trataba de su pequeña, que era su orgullo y su felicidad, Lali no tenía problemas en mostrar fotos a quien se las pedía. Llevaba siempre una abundante selección en su cartera. El hecho de que la madre de Peter se mostrara genuinamente interesada en su hija y que no pareciera tener prisa por marcharse hicieron que Lali sintiera aún más simpatía por aquella mujer.
¡Vaya, es preciosa! –exclamó Victoria.
Levantó la vista hacia Peter, que acababa de entrar en la habitación. Él sonrió, se colocó detrás de la silla de su madre y echó un vistazo a la fotografía por encima de su hombro.
Igual que su madre –apuntó.
El comentario hizo sentir a Lali como si estuviera volando en el espacio. Su mirada se cruzó con la de Peter y una ola de ternura inundó su interior.
Victoria percibió el deseo en aquella mirada dirigida a su hijo, y sonrió. Había esperado mucho tiempo a que su hijo se enamorara y, en aquel momento, estudiando a la encantadora mujer que tenía delante, rezó por que Peter hubiera encontrado a «la única». Su alma gemela.
La única cosa que preocupaba un poco a Victoria era que, como madre divorciada, Lali se preocupaba por el bienestar de su hija, y no se lanzaría a algo sin estar completamente segura de que Peter estaba comprometido al cien por cien con las dos. Era comprensible que Lali fuera un poco reticente, pero Peter no era un calco de su padre. Tal vez hubiera disfrutado de las mujeres, pero nunca había hecho promesas que no pudiera mantener, y Victoria siempre había sabido que, cuando encontrara a la mujer adecuada, le sería completamente fiel.
Cuando Peter decidía algo, mantenía su decisión, y Victoria estaba segura de que su hijo se mantendría junto a Lali en la prosperidad y en la adversidad. Así que, decidió que haría todo lo que pudiera para que el asunto se resolviera satisfactoriamente.
Después de devolver a Lali la foto de Allegra, Victoria se levantó y tomó a Peter de la mano:
–Aún hay tiempo para invitar a Lali a comer, ¿sabes, querido?
Peter sacudió la cabeza y suspiró:
Es una buena idea, madre, pero realmente no tengo tiempo. Cuando vuelva de Nueva York, te prometo que lo primero que haré será invitarla a comer. ¿Te sientes mejor?
Sé que harás lo mejor, hijo –contestó, con una sonrisa confiada.


Lali trabajó mucho para que Peter dejara todos sus asuntos resueltos antes de irse a Nueva York. Aquella tarde a las seis y media, apagó su ordenador, recogió la chaqueta del respaldo de su silla, se puso en pie y estiró los brazos. Miró nerviosa la luz que salía por debajo de la puerta del despacho de Peter. Tendría que entrar y decirle que se iba a casa. No iba a ser fácil, sabiendo que no iba a verlo por lo menos en los próximos cuatro días, tal vez más. El dolor de su corazón era casi físico. ¿Por qué no le había respondido cuando él le pidió que fuera su esposa? Peter le había dicho que «se quedara con la idea» pero, como ella no había vuelto a sacar el tema, ¿pensaría que ya no estaba interesada? Lali había encontrado en él la seguridad que estaba buscando. A él no le importaba dónde viviera o cuál fuera su pasado, y le había dicho que la consideraba su igual.
«Dios mío... por favor, no dejes que cambie de opinión».


Peter se masajeó el puente de la nariz y se restregó los cansados ojos. Agradeció la distracción que suponía una llamada a la puerta. Cuando vio quién entraba, sintió una ola de calor recorriendo su cuerpo, y se levantó de su asiento, aflojándose su lujosa corbata de seda y tirándola sobre la mesa.
Sólo he venido a decirte que me voy a casa.
Su intento de sonrisa abandonó sus labios, como si no estuviera segura de si debía bajar la guardia. Aquella visión fugaz sedujo a Peter, cuyos sentidos ya estaban excitados, y la anticipación hizo que su sangre empezara a hervir, borrando todo rastro de fatiga.
Entra y cierra la puerta –le ordenó.
Peter esperaba que ella protestara, pero no lo hizo. Una vez dentro, Lali se dirigió hacia él, colocándose el pelo cuidadosamente detrás de la oreja, mirando con interés hacia los planos que estaban sobre la mesa.
¿Aún no has terminado? –le preguntó.
Cariño, ya he hecho todo lo que voy a hacer esta noche.
Sin más, Peter enrolló los planos y los metió dentro de una funda. Mirando el escritorio vacío, dirigió a Lali una sonrisa arrebatadora.
Bueno, espero que tengas buen viaje. Te mantendré informado si hay algo importante.
Siempre tan eficiente.
Trato de hacerlo lo mejor que puedo.
Ojalá dijeras que te gusta agradar.
Me gusta.
Tratando de entender adonde quería llegar, Lali cruzó las solapas de su chaqueta por encima de la blusa.
Si eso es cierto, por favor, no hagas eso.
¿El qué?
Peter le dirigió una mirada tan caliente que despertó en Lali toda su sensualidad.
No me escondas tu cuerpo.
Dejando caer las manos a los lados del cuerpo, Lali desvió su mirada de la de Peter antes de que empezara a echar chispas. Se obligó a mirar a Peter de nuevo y, sin darse cuenta, se humedeció los labios con la lengua.
Peter, receptor de aquel inocente gesto tan erótico, sintió que se le desataba el deseo. Todos sus músculos se contrajeron en el esfuerzo por mantener el control.
–Necesito que tome unas notas para mí, señorita Esposito.
El tono susurrante de su voz deshizo a Lali.
–Creí que había terminado por esta noche... señor Lanzani.
Hay algo que he querido hacer durante todo el día. ¿Le importa?
Lali se movió lentamente hacia donde él estaba, y se quedó sin aliento cuando él la guió suavemente hacia el escritorio y le quitó los zapatos. Su tacto era cálido y seguro, y Lali se sintió como una gata tumbada en la repisa de la ventana, esperando a que el sol la mimara con sus rayos.
Para ser sinceros, ella también había estado deseando aquello durante todo el día. Había sido un tormento verlo trabajar sin ni siquiera poder tocarlo. Hasta su cara fría, profesional y educada la había seducido.
Lali hizo ademán de enlazar sus brazos alrededor de la cintura de Peter, pero él movió la cabeza, indicándole que se quedara donde estaba. Sonrió pícaramente, y le bajó las medias y las braguitas con una maestría impresionantemente erótica que hizo estremecer a Lali. Estaba profundamente excitada y húmeda.
Peter la riñó dulcemente:
Llevas demasiada ropa.
Lali alargó la mano para desabrochar los botones de su blusa, pero Peter la detuvo:
Permíteme.
Peter apartó la ropa con la boca, capturó entre sus labios un pecho a través del sedoso sujetador de encaje negro, y calentó el pezón con su aliento. Luego hizo lo mismo con el otro pecho. Lali experimentó una conexión electrizante.
Consumida por la excitación, gimió cuando Peter deslizó la mano por la parte interna de su muslo, acariciando y masajeando la suave piel. Ella le pasó las manos por el pelo y buscó hambrienta su boca. Cuando sus labios se juntaron, la pasión estalló entre ellos, dejándolos jadeantes y temblorosos cuando por fin se separaron para tomar aliento.
–Peter, por favor...
–¿Qué sucede, señorita Esposito? –bromeó con voz grave, susurrándole al oído.
Lali buscó su boca para otro beso salvaje, su lengua entrando y saliendo del calor sensual de Peter, sintiendo la aspereza de su mandíbula sin afeitar sobre la piel sensible de su barbilla y su mejilla, y con el olor masculino invadiéndola hasta el punto de que su propio cuerpo parecía una extensión viviente del de Peter.
Hazme el amor... por favor, hazme el amor.
Los seductores labios de Lali estaban húmedos y enrojecidos por la pasión de sus besos, y Peter sintió que todas las mujeres a las que había deseado en algún momento desaparecían en el olvido, como si nunca hubieran existido. Peter se había excitado en cuanto Lali entró en la habitación, y ahora entraba en ella. Inmerso en su calor, notó cómo los músculos de Lali se contraían y relajaban abrazándolo, y todo su deseo, toda su frustración anterior y sus ansias por ella por fin se liberaron con aquella profunda y voraz posesión.
Acomodando sus caderas a las de él, y hundiendo su rostro en el musculoso pecho, Lali recibió con gusto sus embestidas urgentes y apasionadas, con el corazón latiéndole con fuerza, y la necesidad en su interior ascendiendo hasta crear una tensión tan profunda que tendría que liberarse pronto. Y lo hizo. Con sus músculos contrayéndose casi violentamente alrededor de él, gimió con fuerza, y le clavó las uñas en la espalda cuando una embestida final dio paso al poderoso clímax y su calor líquido se derramó dentro de ella.
Abrumada por la profunda conexión entre ambos, Lali elevó la cabeza para mirar a Peter. El amor que vio en sus ojos la sobrecogió. Incorporándose un poco, depositó un dulce beso en la comisura de su boca, luego otro, y otro. Todavía abrazados, con la falda enrollada en la cintura y sus piernas alrededor de las caderas de Peter, Lali se dejó llevar por la sensación de deliciosa maldad que la invadió durante unos momentos: habían hecho el amor... ¡sobre el escritorio de Nicolas! Ya no podría volver a mirar aquella mesa sin acordarse de aquello.
–¿Le he dicho lo maravillosa que es usted, señorita Esposito?
Deslizó la mano entre sus suaves pechos, la introdujo en una de las copas del sujetador, y masajeó y pellizcó el pezón, despertando de nuevo el deseo en Lali.
Ahora que lo dices, creo que no lo has hecho.
Pues bien, lo eres y estoy loco por ti. Por eso quiero casarme contigo.
Antes de Lali que se diera cuenta de sus intenciones, Peter se colocó a su espalda, le quitó la blusa y le desabrochó el sujetador. Los pechos de Lali se ofrecieron libres y sin pudor, y Peter los recorrió con las manos y después con la boca.
¿Cómo llevas lo de vivir el momento?
Lali no pudo contestar, extasiada por lo que Peter le hacía. Echando la cabeza hacia atrás, se sintió poseída por una feroz necesidad y decidió que iba a amar a Peter como nunca nadie lo había hecho, para que no hubiera ni un minuto de su estancia en Nueva York en que dejara de pensar en ella, y volviera cuanto antes.


–¿Qué es esto? ¿Estás haciendo trabajo extra, Pitt?
Mike Brabourn, arquitecto y amigo, miró con ojos expertos los planos sobre la mesa de Peter, y esperó su respuesta con interés.
Se puede decir así.
Inexplicablemente molesto por la curiosidad de su amigo, Peter enrolló los planos y los metió en su funda y, tomando un bolígrafo, se puso a tamborilear con él sobre una carpeta.
Mike frunció el ceño:
Y bien, ¿qué hay? Todavía no me has dicho la verdadera razón por la que vuelves a Inglaterra, y no trates de engañarme. Sé cuándo ocultas la verdad, te conozco desde hace demasiado.
Peter no le había contado a nadie, salvo a Victoria, que se había enamorado y que planeaba casarse, y lo del matrimonio ni siquiera lo sabía su madre. Sentía que no estaba bien contarle sus intenciones cuando Lali todavía no le había dado una respuesta. Habían compartido sexo inolvidable sobre el escritorio de la oficina, pero ella todavía no le había dado el «sí». Le había tentado con la promesa de que, cuando volviera de Nueva York, tendría su respuesta.
Por el momento, Peter había pasado tres agónicas noches sin dormir, preguntándose si, al final, lo rechazaría. También soñaba con una casita de su propiedad en la campiña inglesa, con Lali y Allegra, y tal vez una mascota para Allegra. La idea había despertado su imaginación hasta el punto de que se levantaba en medio de la noche para hacer el boceto de la casa que quería construir...
–¿Peter, estás aquí?
Mike pasó una mano por delante de su cara y se paró abruptamente.
Ya lo tengo: es una mujer, ¿no?
Poniéndose en pie de un salto, Peter se llevó las manos a las caderas y sonrió.
¿Tan obvio es?
¿Qué otra cosa haría que te quedaras mirando al vacío como si estuvieras drogado? Bueno, cuéntamelo todo. ¿Quién es ella? ¿Cómo se llama? Y, lo que es más importante: ¿está buena?
Peter caminó despacio hasta el enorme ventanal. Contempló la gran ciudad, y respiró hondo.
–Trabaja en la oficina de Londres. Se llama Lali y parece un ángel de pelo azabache. Y está realmente buena. ¿Satisfecho?
¡Lo estaría si tuviera la suerte de encontrar un sueño como ése! –exclamó Mike, sacudiendo la cabeza sin dar crédito–. Las mujeres de Nueva York van a ponerse de luto cuando se enteren, ¿eres consciente de eso?
No puedo estar siempre disponible.
Es cierto, ¡pero un hombre puede pasárselo en grande intentándolo! –rió Mike–. ¿Estás seguro de que es «ella»?
Peter no dudó en responder:
Estoy seguro, es «la única». De ahora en adelante, amigo mío... seré un hombre monógamo.


El vuelo de Peter llevaba retraso. ¡Retraso! Lali levantó la vista hacia los dígitos verdes intermitentes del panel de «Llegadas» y trató de acallar su creciente frustración.
Habían pasado seis días desde su partida, y Lali no había podido dormir en condiciones ninguno de ellos. Merodeaba por la cocina a primeras horas de la mañana, hacía té, escuchaba la radio, se pintaba las uñas... cualquier cosa para no pensar en Peter. Supo que no estaba bien cuando metió la gelatina preferida de Allegra en el horno en vez de en la nevera, y cuando tiró el correo de la mañana junto con la basura.
Peinándose el pelo con la mano, Lali exhaló un suspiro dramático y, sin ganas, se dirigió a una fila de sillas y se sentó. A un lado había una adolescente con un chándal reluciente y una gorra de béisbol, escuchando música con cascos en los oídos; al otro lado, había una mujer rubia de mediana edad con pantalones de vestir negros y una chaqueta de un rojo chillón. Lali contempló fascinada sus largas uñas rojas.
Al encontrarse con la mirada de Lali, la mujer sonrió. Su maquillaje era perfecto, y sus dientes uniformes y blanquísimos. Contemplándola, Lali recordó que no había tenido tiempo de ponerse guapa para Peter. Le había dado la merienda a Allegra corriendo, antes de llevarla a casa de su abuela, volver a casa para quitarse la ropa del trabajo, y llegar al aeropuerto de Heathrow para recoger a Peter. Ni siquiera recordaba haber parado a peinarse.
¿Espera a alguien? –preguntó la mujer educadamente.
Sí.
La respuesta se escapó de su boca, y Lali trató de calmarse un poco. No era fácil, con el estómago dándole vueltas cada vez que pensaba en que iba a ver a Peter.
¿Es alguien especial?
«Tan sólo el amor de mi vida», pensó Lali, y notó que el corazón se le aceleraba.
Sí, es alguien especial.
Me lo imaginaba.
¿Por qué? –Lali inclinó la cabeza con curiosidad.
La he estado observando caminar arriba y abajo la última media hora, con esa expresión en su cara cada vez que miraba al panel de llegadas.
A Lali le incomodó que sus sentimientos fueran tan transparentes para una extraña.
¿A qué expresión se refiere, exactamente?
Las cejas perfectamente delineadas de la mujer se elevaron un poco acompañando su sabia sonrisa.
La expresión de una mujer que está enamorada y no puede esperar a ver al hombre que ama.
Lali relajó los hombros, y se sujetó el pelo detrás de la oreja.
¿Es tan obvio?
Sólo para alguien similar. Mi marido Graham y yo acabamos de celebrar los veinte años de casados, y sigo tan profundamente enamorada de él como el día en que lo conocí.
Viendo el interés de Lali, la mujer se presentó como Faye Mortimer y le confesó que Graham era su segundo marido; se había divorciado del primero porque era un mujeriego y un mentiroso. Siguió contándole que nunca creyó que volvería a encontrar la felicidad. Pero parecía que si una no se permitía amargarse y volverse en contra del amor, el amor pagaba la confianza con creces.
Una hora después, Lali había compartido su propio fracaso de matrimonio con Faye. Se dio cuenta de que, durante un tiempo, ella se había amargado y se había vuelto en contra del amor. De hecho, había sido justo hasta el momento en que se enamoró de Peter Lanzani. No podía precisar cuándo había sucedido exactamente, pero posiblemente fue la tarde en que apareció en el Chiqui Park, los invitó a una bebida a Allegra y a ella, y se quedó con ellas el resto de la tarde viendo jugar a Allegra, como si no quisiera estar en otro sitio del planeta.
Lali miró su reloj y comprobó que el tiempo había volado. Se volvió a Faye:
Voy a ir a ver si hay más noticias acerca del vuelo –se disculpó–. Ha sido muy agradable hablar contigo, Faye. Ojalá dentro de veinte años todavía esté con el hombre al que amo.
Faye sonrió.
–Si ese Peter tuyo se parece ligeramente a lo que has descrito, no tengo ninguna duda de que estaréis descorchando el champán en vuestro vigésimo aniversario, y deseando que lleguen los próximos veinte años para disfrutarlos junto a vuestros nietos. Cuídate, Lali. A mí también me ha gustado conocerte.
Veinte minutos después, Lali esperaba junto a la puerta de «Llegadas», intentando vislumbrar entre la multitud al hombre alto, de hombros anchos y arrebatadoramente guapo al que amaba. Cuando lo vio, a lo lejos, se le aceleró el corazón. Peter sobresalía por encima de casi todos los demás viajeros, y era sin duda el hombre más atractivo. Lali no pudo evitar estremecerse al pensar en que más tarde estaría con él a solas.
Abriéndose camino entre la marea de gente, Lali olvidó que normalmente no le gustaba mostrar sus emociones en público, y echó a correr por el pasillo, gritando su nombre.
Peter se paró en seco, con la gabardina que había usado en la fría y lluviosa Nueva York en una mano, y su bolsa de cuero en la otra. No podía creerlo cuando vio a Lali ir hacia él. Dejó la bolsa en el suelo y se quedó quieto, disfrutando de la visión. Lali llevaba unos vaqueros azules desteñidos, una camiseta blanca de algodón y una chaqueta negra de cuero, y su largo pelo ondeaba al viento. Era todo lo que siempre había soñado encontrar en una mujer y aún más. ¡Dios, cuánto la había echado de menos! Había volado de Nueva York a Londres muchas veces, pero nunca se le había hecho tan largo el vuelo como aquella vez. Ahora estaba de nuevo en casa, y Lali acudía a darle la bienvenida. Tal y como soñaba que sería.
Lali recorrió corriendo los últimos metros que los separaban y, sin dudarlo, se arrojó a los brazos de Peter, que casi se cayó y se quedó sin aire por el ímpetu del abrazo. Él llenó de besos su pelo limpio y fresco, y después buscó desesperadamente su boca y la besó hambriento y apasionado, alimentando más su deseo por ella y haciendo que casi se desesperara por estar con ella a solas tan pronto como pudieran.
Te quiero.
¿Cómo?
Peter hizo como que no había oído.
–He dicho que te quiero, ¡y quiero casarme contigo! –Lali deslizó una mano por la camisa de Peter, sin importarle que la gente los estuviera mirando–. No podía esperar más para decírtelo.
Ya lo veo.
–Siento haber tardado en darte una respuesta. No era por hacerme la difícil –le dijo, plantándole un beso en la comisura de la boca–. Quería hablarlo con Allegra, lo de casarnos... ¿te importa?
Peter no quería que Allegra pensara que, al aparecer en sus vidas, él iba a acaparar toda la atención de su madre. Era importante que entendiera que también me preocupaba por ella, y que haría todo lo que pudiera para que se sintiera segura y querida.
Rodeó los hombros de Lali con sus brazos y sacudió la cabeza:
No me importa en absoluto. Me gusta que lo hicieses. ¿Y... qué le pareció?
Su sonrisa fue como un beso de la luna en un jardín de verano: sublime.
Le pareció bien. Incluso ayudó a su abuela a cocinarte un bizcocho. Está en nuestra casa, esperando que lo disfrutemos junto con un poco de té.
–¿Nuestra casa? –preguntó Peter, entornando los ojos.
Mi casa. Te quedarás con nosotras hasta que encontremos algo para todos, ¿no? Sé que es un sitio bastante pequeño, pero es cálido y acogedor. Pero si prefieres quedarte en el piso de tu hermana, lo entenderé.
Peter se sorprendió al ver un destello de ansiedad en sus encantadores ojos.
Tu casa estará bien, ángel mío. Lo importante es que estemos juntos.
Era exactamente la respuesta que Lali quería escuchar.
Y en cuanto tengamos cinco minutos, quiero enseñarte los planos en los que he estado trabajando.
¿Qué planos son ésos?
–Los de la casa que voy a construir para nosotros: Allegra, tú y yo.
–¡Oh, Peter!
De nuevo, su abrazo le dejó casi sin aliento, y besó su futura esposa una vez y otra, y otra... Cuando llegaron a la puerta de «Llegadas», no quedaba casi nadie pero ninguno de los dos se dio cuenta. Estaban embelesados el uno con el otro.

FIN

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Y llego el ultimo capitulo...les gusto la nove?
A las que me preguntaron si voy a subir otra les digo que eso no se pregunta...obvio que voy a subir otra! El DILEMA es que no me decido por ninguna, así que mañana subiré los prólogos de las opciones que hay y vosotras decidís!

Esta nove por ser la primera va dedicada especialmente a mi hermana de la vida, Vero sabes muy bien que te amo mucho y que estoy donde estoy por ti, que me has ayudado mucho en momentos muy difíciles y que eso nunca se me va a olvidar!

Por otro lado mención especial a esa personita que ha estado comentando desde el principio! Vale!! Gracias por todos y cada uno de los comentarios que has escrito, me dieron fuerza para seguir subiendo capítulos!

Y por ultimo GRACIAS a todas aquellas lectoras que se han tomado su tiempo para leer y comentar mi primera novela! Sin vosotras no hubiese sido lo mismo!

Un beso gigante a todas! Mañana nos leemos!!

10 comentarios:

  1. Hayyyy que final!!1 me encantó!!
    Fue un placer leer esta nove, me gustó muchisimo!!
    Y esa frase? "Su sonrisa fue como un beso de la luna en un jardín de verano: sublime." AAAAAH buenisima!!! jajaja

    Nena...gracias

    Gracias por esa dedicatoria

    Sabes todo lo que me has ayudado en los peores momentos y sigues haciendo. Gracias por no dejarme sola.

    Sabes que siempre voy a estar contigo! lo llevo en piel!(ya sabes el que)

    No me queda mas que decirte que estaré esperando la próxima y Te amo hermana!!!

    4 días para vernos!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Maravilloso final para excelente historia.Para mí ha sido un placer leer cada uno de estos capitulos!He pasado momentos re lindos .Gracias por subir,leer este cap ha sido como mirar una pelicula.Esta historia pasa a ser parte de una breve seleccion q tengo como candidatas a la pantalla!GENIAL!
    Espero la prox con ansias!
    Saludos y felicitaciones!

    ResponderEliminar
  3. muy buena tu nove :) me hubiera gustado que hubiese sido mas larga, la verdad, pero no me quejo. Simplemente lo tiene todo, me encantó!!

    ResponderEliminar
  4. Me fasino :)
    Estuvo hermosa!
    Espero ansiosa la proxima novela :)
    Un beso
    Juli♥
    @amorxca

    ResponderEliminar
  5. simplemente me encanto la nove... y me alegra muchisimo q vayas a hacer otra... aca tenes una lectora asegurada...
    Espero q subas pronto...!!!
    Besos q estes bien... :)

    ResponderEliminar
  6. Excelente,toda la novela.No tiene xk ser larga,esta, tal como está con sus 12 cap,es preciosa.

    ResponderEliminar
  7. hayyy me encantooo el final no puedo dejar d suspirar de amorrrr ♥
    espectacular la noveee otraaaaaa :)

    ResponderEliminar
  8. Ah!! Q linda sos!! Me encanto, es divina la nove!! Y me fascina leer, Gracias a vos por permitirme leerla!! Espero la próxima con ansias!! Besos!

    ResponderEliminar
  9. Hermosa historia Ione! Lastima que se termino :(
    Espero pronto otra :D

    Besos!

    ResponderEliminar
  10. Que lindo final!! Una hermosa historia de amor!!
    Espero la proxima nove!
    Fresy07

    ResponderEliminar