Unos fuertes golpes en la puerta los sobresaltaron.
–Quédate con esa idea –propuso Peter.
–¿Peter? ¿Estás ahí con Lali? ¿Por qué no venís los dos al
despacho y os preparo un café?
–Madre...
Sacudiendo la cabeza, Peter tiró suavemente de la mano de Lali:
–No se irá hasta que no llegue al fondo de todo
esto. En la familia la llaman «Colombo» por algo –explicó–.
Será mejor que volvamos. Siento mucho lo de esta mañana, estaba de
un humor de perros. No tenía ningún derecho a pagarlo contigo.
–Disculpa aceptada –contestó Lali, sonriendo tímidamente.
–¿Tienes alguna fotografía de Allegra para verla?
Sentada junto al escritorio de Lali, Victoria Kendall se inclinó
hacia delante con interés mientras Lali rebuscaba en su bolso.
Cuando se trataba de su pequeña, que era su orgullo y su felicidad,
Lali no tenía problemas en mostrar fotos a quien se las pedía.
Llevaba siempre una abundante selección en su cartera. El hecho de
que la madre de Peter se mostrara genuinamente interesada en su hija
y que no pareciera tener prisa por marcharse hicieron que Lali
sintiera aún más simpatía por aquella mujer.
–¡Vaya, es preciosa! –exclamó Victoria.
Levantó la vista hacia Peter, que acababa de entrar en la
habitación. Él sonrió, se colocó detrás de la silla de su madre
y echó un vistazo a la fotografía por encima de su hombro.
–Igual que su madre –apuntó.
El comentario hizo sentir a Lali como si estuviera volando en el
espacio. Su mirada se cruzó con la de Peter y una ola de ternura
inundó su interior.
Victoria percibió el deseo en aquella mirada dirigida a su hijo, y
sonrió. Había esperado mucho tiempo a que su hijo se enamorara y,
en aquel momento, estudiando a la encantadora mujer que tenía
delante, rezó por que Peter hubiera encontrado a «la única». Su
alma gemela.
La única cosa que preocupaba un poco a Victoria era que, como madre
divorciada, Lali se preocupaba por el bienestar de su hija, y no se
lanzaría a algo sin estar completamente segura de que Peter estaba
comprometido al cien por cien con las dos. Era comprensible que Lali
fuera un poco reticente, pero Peter no era un calco de su padre. Tal
vez hubiera disfrutado de las mujeres, pero nunca había hecho
promesas que no pudiera mantener, y Victoria siempre había sabido
que, cuando encontrara a la mujer adecuada, le sería completamente
fiel.
Cuando Peter decidía algo, mantenía su decisión, y Victoria estaba
segura de que su hijo se mantendría junto a Lali en la prosperidad y
en la adversidad. Así que, decidió que haría todo lo que pudiera
para que el asunto se resolviera satisfactoriamente.
Después de devolver a Lali la foto de Allegra, Victoria se levantó
y tomó a Peter de la mano:
–Aún hay tiempo para invitar a Lali a comer, ¿sabes, querido?
Peter sacudió la cabeza y suspiró:
–Es una buena idea, madre, pero realmente no
tengo tiempo. Cuando vuelva de Nueva York, te prometo que lo primero
que haré será invitarla a comer. ¿Te sientes mejor?
–Sé que harás lo mejor, hijo –contestó, con
una sonrisa confiada.
Lali trabajó mucho para que Peter dejara todos sus asuntos resueltos
antes de irse a Nueva York. Aquella tarde a las seis y media, apagó
su ordenador, recogió la chaqueta del respaldo de su silla, se puso
en pie y estiró los brazos. Miró nerviosa la luz que salía por
debajo de la puerta del despacho de Peter. Tendría que entrar y
decirle que se iba a casa. No iba a ser fácil, sabiendo que no iba a
verlo por lo menos en los próximos cuatro días, tal vez más. El
dolor de su corazón era casi físico. ¿Por qué no le había
respondido cuando él le pidió que fuera su esposa? Peter le había
dicho que «se quedara con la idea» pero, como ella no había vuelto
a sacar el tema, ¿pensaría que ya no estaba interesada? Lali había
encontrado en él la seguridad que estaba buscando. A él no le
importaba dónde viviera o cuál fuera su pasado, y le había dicho
que la consideraba su igual.
«Dios mío... por favor, no dejes que cambie de opinión».
Peter se masajeó el puente de la nariz y se restregó los cansados
ojos. Agradeció la distracción que suponía una llamada a la
puerta. Cuando vio quién entraba, sintió una ola de calor
recorriendo su cuerpo, y se levantó de su asiento, aflojándose su
lujosa corbata de seda y tirándola sobre la mesa.
–Sólo he venido a decirte que me voy a casa.
Su intento de sonrisa abandonó sus labios, como si no estuviera
segura de si debía bajar la guardia. Aquella visión fugaz sedujo a
Peter, cuyos sentidos ya estaban excitados, y la anticipación hizo
que su sangre empezara a hervir, borrando todo rastro de fatiga.
–Entra y cierra la puerta –le ordenó.
Peter esperaba que ella protestara, pero no lo hizo. Una vez dentro,
Lali se dirigió hacia él, colocándose el pelo cuidadosamente
detrás de la oreja, mirando con interés hacia los planos que
estaban sobre la mesa.
–¿Aún no has terminado? –le preguntó.
–Cariño, ya he hecho todo lo que voy a hacer
esta noche.
Sin más, Peter enrolló los planos y los metió dentro de una funda.
Mirando el escritorio vacío, dirigió a Lali una sonrisa
arrebatadora.
–Bueno, espero que tengas buen viaje. Te
mantendré informado si hay algo importante.
–Siempre tan eficiente.
–Trato de hacerlo lo mejor que puedo.
–Ojalá dijeras que te gusta agradar.
–Me gusta.
Tratando de entender adonde quería llegar, Lali cruzó las solapas
de su chaqueta por encima de la blusa.
–Si eso es cierto, por favor, no hagas eso.
–¿El qué?
Peter le dirigió una mirada tan caliente que despertó en Lali toda
su sensualidad.
–No me escondas tu cuerpo.
Dejando caer las manos a los lados del cuerpo, Lali desvió su mirada
de la de Peter antes de que empezara a echar chispas. Se obligó a
mirar a Peter de nuevo y, sin darse cuenta, se humedeció los labios
con la lengua.
Peter, receptor de aquel inocente gesto tan erótico, sintió que se
le desataba el deseo. Todos sus músculos se contrajeron en el
esfuerzo por mantener el control.
–Necesito que tome unas notas para mí, señorita Esposito.
El tono susurrante de su voz deshizo a Lali.
–Creí que había terminado por esta noche... señor Lanzani.
–Hay algo que he querido hacer durante todo el
día. ¿Le importa?
Lali se movió lentamente hacia donde él estaba, y se quedó sin
aliento cuando él la guió suavemente hacia el escritorio y le quitó
los zapatos. Su tacto era cálido y seguro, y Lali se sintió como
una gata tumbada en la repisa de la ventana, esperando a que el sol
la mimara con sus rayos.
Para ser sinceros, ella también había estado deseando aquello
durante todo el día. Había sido un tormento verlo trabajar sin ni
siquiera poder tocarlo. Hasta su cara fría, profesional y educada la
había seducido.
Lali hizo ademán de enlazar sus brazos alrededor de la cintura de
Peter, pero él movió la cabeza, indicándole que se quedara donde
estaba. Sonrió pícaramente, y le bajó las medias y las braguitas
con una maestría impresionantemente erótica que hizo estremecer a
Lali. Estaba profundamente excitada y húmeda.
Peter la riñó dulcemente:
–Llevas demasiada ropa.
Lali alargó la mano para desabrochar los botones de su blusa, pero
Peter la detuvo:
–Permíteme.
Peter apartó la ropa con la boca, capturó entre sus labios un pecho
a través del sedoso sujetador de encaje negro, y calentó el pezón
con su aliento. Luego hizo lo mismo con el otro pecho. Lali
experimentó una conexión electrizante.
Consumida por la excitación, gimió cuando Peter deslizó la mano
por la parte interna de su muslo, acariciando y masajeando la suave
piel. Ella le pasó las manos por el pelo y buscó hambrienta su
boca. Cuando sus labios se juntaron, la pasión estalló entre ellos,
dejándolos jadeantes y temblorosos cuando por fin se separaron para
tomar aliento.
–Peter, por favor...
–¿Qué sucede, señorita Esposito? –bromeó con voz grave,
susurrándole al oído.
Lali buscó su boca para otro beso salvaje, su lengua entrando y
saliendo del calor sensual de Peter, sintiendo la aspereza de su
mandíbula sin afeitar sobre la piel sensible de su barbilla y su
mejilla, y con el olor masculino invadiéndola hasta el punto de que
su propio cuerpo parecía una extensión viviente del de Peter.
–Hazme el amor... por favor, hazme el amor.
Los seductores labios de Lali estaban húmedos y enrojecidos por la
pasión de sus besos, y Peter sintió que todas las mujeres a las que
había deseado en algún momento desaparecían en el olvido, como si
nunca hubieran existido. Peter se había excitado en cuanto Lali
entró en la habitación, y ahora entraba en ella. Inmerso en su
calor, notó cómo los músculos de Lali se contraían y relajaban
abrazándolo, y todo su deseo, toda su frustración anterior y sus
ansias por ella por fin se liberaron con aquella profunda y voraz
posesión.
Acomodando sus caderas a las de él, y hundiendo su rostro en el
musculoso pecho, Lali recibió con gusto sus embestidas urgentes y
apasionadas, con el corazón latiéndole con fuerza, y la necesidad
en su interior ascendiendo hasta crear una tensión tan profunda que
tendría que liberarse pronto. Y lo hizo. Con sus músculos
contrayéndose casi violentamente alrededor de él, gimió con
fuerza, y le clavó las uñas en la espalda cuando una embestida
final dio paso al poderoso clímax y su calor líquido se derramó
dentro de ella.
Abrumada por la profunda conexión entre ambos, Lali elevó la cabeza
para mirar a Peter. El amor que vio en sus ojos la sobrecogió.
Incorporándose un poco, depositó un dulce beso en la comisura de su
boca, luego otro, y otro. Todavía abrazados, con la falda enrollada
en la cintura y sus piernas alrededor de las caderas de Peter, Lali
se dejó llevar por la sensación de deliciosa maldad que la invadió
durante unos momentos: habían hecho el amor... ¡sobre el escritorio
de Nicolas! Ya no podría volver a mirar aquella mesa sin acordarse
de aquello.
–¿Le he dicho lo maravillosa que es usted, señorita Esposito?
Deslizó la mano entre sus suaves pechos, la introdujo en una de las
copas del sujetador, y masajeó y pellizcó el pezón, despertando de
nuevo el deseo en Lali.
–Ahora que lo dices, creo que no lo has hecho.
–Pues bien, lo eres y estoy loco por ti. Por eso
quiero casarme contigo.
Antes de Lali que se diera cuenta de sus intenciones, Peter se colocó
a su espalda, le quitó la blusa y le desabrochó el sujetador. Los
pechos de Lali se ofrecieron libres y sin pudor, y Peter los recorrió
con las manos y después con la boca.
–¿Cómo llevas lo de vivir el momento?
Lali no pudo contestar, extasiada por lo que Peter le hacía. Echando
la cabeza hacia atrás, se sintió poseída por una feroz necesidad y
decidió que iba a amar a Peter como nunca nadie lo había hecho,
para que no hubiera ni un minuto de su estancia en Nueva York en que
dejara de pensar en ella, y volviera cuanto antes.
–¿Qué es esto? ¿Estás haciendo trabajo extra, Pitt?
Mike Brabourn, arquitecto y amigo, miró con ojos expertos los planos
sobre la mesa de Peter, y esperó su respuesta con interés.
–Se puede decir así.
Inexplicablemente molesto por la curiosidad de su amigo, Peter
enrolló los planos y los metió en su funda y, tomando un bolígrafo,
se puso a tamborilear con él sobre una carpeta.
Mike frunció el ceño:
–Y bien, ¿qué hay? Todavía no me has dicho la
verdadera razón por la que vuelves a Inglaterra, y no trates de
engañarme. Sé cuándo ocultas la verdad, te conozco desde hace
demasiado.
Peter no le había contado a nadie, salvo a Victoria, que se había
enamorado y que planeaba casarse, y lo del matrimonio ni siquiera lo
sabía su madre. Sentía que no estaba bien contarle sus intenciones
cuando Lali todavía no le había dado una respuesta. Habían
compartido sexo inolvidable sobre el escritorio de la oficina, pero
ella todavía no le había dado el «sí». Le había tentado con la
promesa de que, cuando volviera de Nueva York, tendría su respuesta.
Por el momento, Peter había pasado tres agónicas noches sin dormir,
preguntándose si, al final, lo rechazaría. También soñaba con una
casita de su propiedad en la campiña inglesa, con Lali y Allegra, y
tal vez una mascota para Allegra. La idea había despertado su
imaginación hasta el punto de que se levantaba en medio de la noche
para hacer el boceto de la casa que quería construir...
–¿Peter, estás aquí?
Mike pasó una mano por delante de su cara y se paró abruptamente.
–Ya lo tengo: es una mujer, ¿no?
Poniéndose en pie de un salto, Peter se llevó las manos a las
caderas y sonrió.
–¿Tan obvio es?
–¿Qué otra cosa haría que te quedaras mirando
al vacío como si estuvieras drogado? Bueno, cuéntamelo todo. ¿Quién
es ella? ¿Cómo se llama? Y, lo que es más importante: ¿está
buena?
Peter caminó despacio hasta el enorme ventanal. Contempló la gran
ciudad, y respiró hondo.
–Trabaja en la oficina de Londres. Se llama Lali y parece un ángel
de pelo azabache. Y está realmente buena. ¿Satisfecho?
–¡Lo estaría si tuviera la suerte de encontrar
un sueño como ése! –exclamó Mike, sacudiendo la cabeza sin dar
crédito–. Las mujeres de Nueva York van a ponerse de luto cuando
se enteren, ¿eres consciente de eso?
–No puedo estar siempre disponible.
–Es cierto, ¡pero un hombre puede pasárselo en
grande intentándolo! –rió Mike–. ¿Estás seguro de que es
«ella»?
Peter no dudó en responder:
–Estoy seguro, es «la única». De ahora en
adelante, amigo mío... seré un hombre monógamo.
El vuelo de Peter llevaba retraso. ¡Retraso! Lali levantó la vista
hacia los dígitos verdes intermitentes del panel de «Llegadas» y
trató de acallar su creciente frustración.
Habían pasado seis días desde su partida, y Lali no había podido
dormir en condiciones ninguno de ellos. Merodeaba por la cocina a
primeras horas de la mañana, hacía té, escuchaba la radio, se
pintaba las uñas... cualquier cosa para no pensar en Peter. Supo que
no estaba bien cuando metió la gelatina preferida de Allegra en el
horno en vez de en la nevera, y cuando tiró el correo de la mañana
junto con la basura.
Peinándose el pelo con la mano, Lali exhaló un suspiro dramático
y, sin ganas, se dirigió a una fila de sillas y se sentó. A un lado
había una adolescente con un chándal reluciente y una gorra de
béisbol, escuchando música con cascos en los oídos; al otro lado,
había una mujer rubia de mediana edad con pantalones de vestir
negros y una chaqueta de un rojo chillón. Lali contempló fascinada
sus largas uñas rojas.
Al encontrarse con la mirada de Lali, la mujer sonrió. Su maquillaje
era perfecto, y sus dientes uniformes y blanquísimos.
Contemplándola, Lali recordó que no había tenido tiempo de ponerse
guapa para Peter. Le había dado la merienda a Allegra corriendo,
antes de llevarla a casa de su abuela, volver a casa para quitarse la
ropa del trabajo, y llegar al aeropuerto de Heathrow para recoger a
Peter. Ni siquiera recordaba haber parado a peinarse.
–¿Espera a alguien? –preguntó la mujer
educadamente.
–Sí.
La respuesta se escapó de su boca, y Lali trató de calmarse un
poco. No era fácil, con el estómago dándole vueltas cada vez que
pensaba en que iba a ver a Peter.
–¿Es alguien especial?
«Tan sólo el amor de mi vida», pensó Lali, y notó que el corazón
se le aceleraba.
–Sí, es alguien especial.
–Me lo imaginaba.
–¿Por qué? –Lali inclinó la cabeza con
curiosidad.
–La he estado observando caminar arriba y abajo
la última media hora, con esa expresión en su cara cada vez que
miraba al panel de llegadas.
A Lali le incomodó que sus sentimientos fueran tan transparentes
para una extraña.
–¿A qué expresión se refiere, exactamente?
Las cejas perfectamente delineadas de la mujer se elevaron un poco
acompañando su sabia sonrisa.
–La expresión de una mujer que está enamorada
y no puede esperar a ver al hombre que ama.
Lali relajó los hombros, y se sujetó el pelo detrás de la oreja.
–¿Es tan obvio?
–Sólo para alguien similar. Mi marido Graham y
yo acabamos de celebrar los veinte años de casados, y sigo tan
profundamente enamorada de él como el día en que lo conocí.
Viendo el interés de Lali, la mujer se presentó como Faye Mortimer
y le confesó que Graham era su segundo marido; se había divorciado
del primero porque era un mujeriego y un mentiroso. Siguió
contándole que nunca creyó que volvería a encontrar la felicidad.
Pero parecía que si una no se permitía amargarse y volverse en
contra del amor, el amor pagaba la confianza con creces.
Una hora después, Lali había compartido su propio fracaso de
matrimonio con Faye. Se dio cuenta de que, durante un tiempo, ella se
había amargado y se había vuelto en contra del amor. De hecho,
había sido justo hasta el momento en que se enamoró de Peter
Lanzani. No podía precisar cuándo había sucedido exactamente, pero
posiblemente fue la tarde en que apareció en el Chiqui Park, los
invitó a una bebida a Allegra y a ella, y se quedó con ellas el
resto de la tarde viendo jugar a Allegra, como si no quisiera estar
en otro sitio del planeta.
Lali miró su reloj y comprobó que el tiempo había volado. Se
volvió a Faye:
–Voy a ir a ver si hay más noticias acerca del
vuelo –se disculpó–. Ha sido muy agradable hablar contigo, Faye.
Ojalá dentro de veinte años todavía esté con el hombre al que
amo.
Faye sonrió.
–Si ese Peter tuyo se parece ligeramente a lo que has descrito, no
tengo ninguna duda de que estaréis descorchando el champán en
vuestro vigésimo aniversario, y deseando que lleguen los próximos
veinte años para disfrutarlos junto a vuestros nietos. Cuídate,
Lali. A mí también me ha gustado conocerte.
Veinte minutos después, Lali esperaba junto a la puerta de
«Llegadas», intentando vislumbrar entre la multitud al hombre alto,
de hombros anchos y arrebatadoramente guapo al que amaba. Cuando lo
vio, a lo lejos, se le aceleró el corazón. Peter sobresalía por
encima de casi todos los demás viajeros, y era sin duda el hombre
más atractivo. Lali no pudo evitar estremecerse al pensar en que más
tarde estaría con él a solas.
Abriéndose camino entre la marea de gente, Lali olvidó que
normalmente no le gustaba mostrar sus emociones en público, y echó
a correr por el pasillo, gritando su nombre.
Peter se paró en seco, con la gabardina que había usado en la fría
y lluviosa Nueva York en una mano, y su bolsa de cuero en la otra. No
podía creerlo cuando vio a Lali ir hacia él. Dejó la bolsa en el
suelo y se quedó quieto, disfrutando de la visión. Lali llevaba
unos vaqueros azules desteñidos, una camiseta blanca de algodón y
una chaqueta negra de cuero, y su largo pelo ondeaba al viento. Era
todo lo que siempre había soñado encontrar en una mujer y aún más.
¡Dios, cuánto la había echado de menos! Había volado de Nueva
York a Londres muchas veces, pero nunca se le había hecho tan largo
el vuelo como aquella vez. Ahora estaba de nuevo en casa, y Lali
acudía a darle la bienvenida. Tal y como soñaba que sería.
Lali recorrió corriendo los últimos metros que los separaban y, sin
dudarlo, se arrojó a los brazos de Peter, que casi se cayó y se
quedó sin aire por el ímpetu del abrazo. Él llenó de besos su
pelo limpio y fresco, y después buscó desesperadamente su boca y la
besó hambriento y apasionado, alimentando más su deseo por ella y
haciendo que casi se desesperara por estar con ella a solas tan
pronto como pudieran.
–Te quiero.
–¿Cómo?
Peter hizo como que no había oído.
–He dicho que te quiero, ¡y quiero casarme contigo! –Lali
deslizó una mano por la camisa de Peter, sin importarle que la gente
los estuviera mirando–. No podía esperar más para decírtelo.
–Ya lo veo.
–Siento haber tardado en darte una respuesta. No era por hacerme la
difícil –le dijo, plantándole un beso en la comisura de la boca–.
Quería hablarlo con Allegra, lo de casarnos... ¿te importa?
Peter no quería que Allegra pensara que, al aparecer en sus vidas,
él iba a acaparar toda la atención de su madre. Era importante que
entendiera que también me preocupaba por ella, y que haría todo lo
que pudiera para que se sintiera segura y querida.
Rodeó los hombros de Lali con sus brazos y sacudió la cabeza:
–No me importa en absoluto. Me gusta que lo
hicieses. ¿Y... qué le pareció?
Su sonrisa fue como un beso de la luna en un jardín de verano:
sublime.
–Le pareció bien. Incluso ayudó a su abuela a
cocinarte un bizcocho. Está en nuestra casa, esperando que lo
disfrutemos junto con un poco de té.
–¿Nuestra casa? –preguntó Peter, entornando los ojos.
–Mi casa. Te quedarás con nosotras hasta que
encontremos algo para todos, ¿no? Sé que es un sitio bastante
pequeño, pero es cálido y acogedor. Pero si prefieres quedarte en
el piso de tu hermana, lo entenderé.
Peter se sorprendió al ver un destello de ansiedad en sus
encantadores ojos.
–Tu casa estará bien, ángel mío. Lo
importante es que estemos juntos.
Era exactamente la respuesta que Lali quería escuchar.
–Y en cuanto tengamos cinco minutos, quiero
enseñarte los planos en los que he estado trabajando.
–¿Qué planos son ésos?
–Los de la casa que voy a construir para nosotros: Allegra, tú y
yo.
–¡Oh, Peter!
De
nuevo, su abrazo le dejó casi sin aliento, y besó su futura esposa
una vez y otra, y otra... Cuando llegaron a la puerta de «Llegadas»,
no quedaba casi nadie pero ninguno de los dos se dio cuenta. Estaban
embelesados el uno con el otro.
FIN
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Y llego el ultimo capitulo...les gusto la nove?
A las que me preguntaron si voy a subir otra les digo que eso no se pregunta...obvio que voy a subir otra! El DILEMA es que no me decido por ninguna, así que mañana subiré los prólogos de las opciones que hay y vosotras decidís!
Esta nove por ser la primera va dedicada especialmente a mi hermana de la vida, Vero sabes muy bien que te amo mucho y que estoy donde estoy por ti, que me has ayudado mucho en momentos muy difíciles y que eso nunca se me va a olvidar!
Por otro lado mención especial a esa personita que ha estado comentando desde el principio! Vale!! Gracias por todos y cada uno de los comentarios que has escrito, me dieron fuerza para seguir subiendo capítulos!
Y por ultimo GRACIAS a todas aquellas lectoras que se han tomado su tiempo para leer y comentar mi primera novela! Sin vosotras no hubiese sido lo mismo!
Un beso gigante a todas! Mañana nos leemos!!
Hayyyy que final!!1 me encantó!!
ResponderEliminarFue un placer leer esta nove, me gustó muchisimo!!
Y esa frase? "Su sonrisa fue como un beso de la luna en un jardín de verano: sublime." AAAAAH buenisima!!! jajaja
Nena...gracias
Gracias por esa dedicatoria
Sabes todo lo que me has ayudado en los peores momentos y sigues haciendo. Gracias por no dejarme sola.
Sabes que siempre voy a estar contigo! lo llevo en piel!(ya sabes el que)
No me queda mas que decirte que estaré esperando la próxima y Te amo hermana!!!
4 días para vernos!!!!!!
Maravilloso final para excelente historia.Para mí ha sido un placer leer cada uno de estos capitulos!He pasado momentos re lindos .Gracias por subir,leer este cap ha sido como mirar una pelicula.Esta historia pasa a ser parte de una breve seleccion q tengo como candidatas a la pantalla!GENIAL!
ResponderEliminarEspero la prox con ansias!
Saludos y felicitaciones!
muy buena tu nove :) me hubiera gustado que hubiese sido mas larga, la verdad, pero no me quejo. Simplemente lo tiene todo, me encantó!!
ResponderEliminarMe fasino :)
ResponderEliminarEstuvo hermosa!
Espero ansiosa la proxima novela :)
Un beso
Juli♥
@amorxca
simplemente me encanto la nove... y me alegra muchisimo q vayas a hacer otra... aca tenes una lectora asegurada...
ResponderEliminarEspero q subas pronto...!!!
Besos q estes bien... :)
Excelente,toda la novela.No tiene xk ser larga,esta, tal como está con sus 12 cap,es preciosa.
ResponderEliminarhayyy me encantooo el final no puedo dejar d suspirar de amorrrr ♥
ResponderEliminarespectacular la noveee otraaaaaa :)
Ah!! Q linda sos!! Me encanto, es divina la nove!! Y me fascina leer, Gracias a vos por permitirme leerla!! Espero la próxima con ansias!! Besos!
ResponderEliminarHermosa historia Ione! Lastima que se termino :(
ResponderEliminarEspero pronto otra :D
Besos!
Que lindo final!! Una hermosa historia de amor!!
ResponderEliminarEspero la proxima nove!
Fresy07