Hola!! Primero lo primero...GRACIAS a todas las que os tomáis el tiempo para leer la novela, no sabéis lo feliz que me hace que os guste y leer los comentarios que me dejáis!!
Lo segundo, como alguna me pidió creo que conseguí quitar la verificación de palabra en los comentarios (si no es así avísenme por favor) ya nadie tiene excusa para no comentar!! jajaj
Bueno aquí os dejo el capitulo 8 espero que os guste y que me dejéis comentario!! Si hay 10 comentarios subo otro!!
Besos a todas!!!
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CAPITULO 8
–Nunca me arriesgo si puede afectar a mi hija. No puedo permitirme
liarme contigo, Peter, ni siquiera brevemente. Mi prioridad es ser
madre. Ya he probado el tema de las relaciones y, aparte de Allegra,
no salió nada bueno del intento.
Sintiendo un escalofrío por su espalda, Lali se recostó en el
respaldo de la silla. Tratar de resultar convincente, de que pensaba
lo que había dicho, era difícil con aquel hombre sentado frente a
ella consumiéndola con su mirada penetrante, haciéndola sentir
mariposas en el estómago y despertando sentimientos en ella que no
estaba segura de querer remover.
–¿Y qué vas a hacer entonces? ¿Nunca más vas a tener una
relación con un hombre? –le cuestionó Peter. A pesar de que se
sentía frustrado con las razones de Lali, no pudo evitar una sonrisa
compungida–. Es como enseñarle a un niño la mayor caja de
bombones de la tienda y luego decirle que no puede tomar ninguno.
–Por primera vez en mi vida estoy anteponiendo mi bienestar y el de
Allegra a todo lo demás. Un niño necesita estabilidad. Puede que
nuestro ritmo de vida no sea el ideal, pero nos va bien así.
–¿Qué fue lo que pasó entre el padre de
Allegra y tú? Me imagino que es él quien te hizo tan antihombres...
A Lali la desconcertó que Peter creyera que ella estaba contra el
género masculino.
–No soy antihombres. Simplemente no quiero uno en mi vida en estos
momentos. Necesito toda mi energía para cumplir con mis
obligaciones. Y preferiría no hablar de Pablo, si no te importa.
Para ser sincero, Peter tampoco tenía especial interés en hablar
del ex marido de Lali. Quienquiera que fuera él, y fuera lo que
fuera lo que hubiera hecho, había cometido un gran error dejando
marchar a Lali. Peter no era de los que se casan, pero si se hubiera
comprometido con Lali, estaba seguro de que hubiera hecho todo lo
posible para honrar el compromiso; a pesar de la insistencia de su
madre en compararlo con su padre.
Los sentidos de Peter estaban tan pendientes de la presencia de ella
en todo momento, que no podía pensar más que en su deseo de hacerla
suya. Durante la última semana, sus primeros pensamientos al
despertarse habían sido para ella, y luego por la noche estaban los
sueños... Si aquello seguía igual durante mucho tiempo, tendría
que invertir mucho dinero en terapia.
–Bueno, déjame al menos que te invite a una
taza de café.
Comenzaba a levantarse de la mesa cuando Lali puso su mano sobre la
de él para detenerlo. En cuanto lo tocó, se maldijo a sí misma por
ser tan estúpida. Aquel hombre era dinamita sexual. Sus miradas se
cruzaron y, sin poder contenerse, Lali entrelazó sus dedos con los
de Peter. La conexión fue tan profunda, que la hizo temblar.
–¡Mamá, tengo sed!
Sintiéndose culpable, Lali retiró la mano en cuanto Allegra
apareció corriendo junto a la mesa. Su pelo oscuro le caía en
tirabuzoncitos sobre la frente, y parecía entusiasmada. Una ola de
amor y orgullo invadió a Lali.
–Así que esta es Allegra, ¿no?
Sonriendo abiertamente, Peter estudió a la pequeña con interés. No
era necesario preguntar a cuál de sus padres se parecía. Allegra
bajó la mirada tímidamente y le recordó más a su madre.
–Cariño, éste es el señor Lanzani, el hombre para el que trabajo
ahora. Quería decirme algo y por eso ha venido a buscarnos.
–Puedes llamarme Peter –le dijo, con una
expresión entre
sonriente y ceñudo, porque le había molestado que Lali lo hubiera
presentado a su hija de manera tan formal–. ¿No es un sitio
fantástico? Cuando yo era pequeño no había nada así.
–¿En serio?
Luchando entre su curiosidad natural y su timidez, Allegra miró con
interés al hombre al que acababa de ver agarrando la mano de su
madre.
–Había parques, y museos, y cosas así,
claro... ¡pero esto es fabuloso!
–Puedo escalar hasta lo más alto de aquella
plataforma y bajar deslizándome por esa cuerda.
Peter dirigió la mirada hacia donde ella indicaba, abriendo los ojos
con simulado asombro.
–¡Vaya! Eso es un logro muy grande para una
niña como tú –sonrió–. Parece que los chicos hoy en día
tenemos una dura competencia.
–¿Y no es así? –intervino Lali. Sus labios se curvaron en una
sonrisa de suficiencia y sus ojos brillaron de diversión.
Peter no podría haber sentido más calor aunque hubiera estado junto
a un volcán a punto de hacer erupción. Tuvo que recordarse dónde
estaba, porque su primer impulso ante la sonrisa celestial de Lali
había sido tomarla entre sus brazos y besarla hasta que se le
entumecieran los labios. Dadas las circunstancias, no era una buena
idea, se dijo. No con la bonita hija de Lali estudiándolo
detenidamente.
–Deja que te invite a un refresco. ¿Qué
quieres?
Peter sacó el monedero del bolsillo de sus vaqueros y se puso de
pie.
–No tienes que hacerlo.
–Quiero hacerlo. ¿Hay alguna pega?
Lali sacudió ligeramente la cabeza:
–No. Para ella un zumo de grosella, por favor, y
para mí una coca cola. Hay que ver la sed que da el entrar en
contacto con el niño interior...
–¡Si me prometes que vas a entrar en contacto
con tu niña interior una vez más en el castillo hinchable para que
yo te vea, te invitaré a tanta coca cola como puedas beber!
Riéndose de la expresión de mortificación que apareció en el
rostro de Lali, Peter se encaminó hacia la cafetería.
Peter pensó en los amigos con los que se relacionaba normalmente, y
se dio cuenta de que la visita al Chiqui Park con Lali y su hija
posiblemente superaba todo lo que había hecho con ellos. De hecho,
no podía recordar la última vez que se lo había pasado tan bien.
–¿Puedo ayudarte con eso?
Sobresaltada, Lali levantó la vista del plato que acababa de aclarar
y se preguntó qué geniecillo travieso la había empujado a invitar
a su jefe a cenar. Estaba convencida de que tendría mejores cosas
que hacer un sábado por la noche que pasarlo con Allegra y ella,
pero él la había sorprendido nuevamente.
Aparecer inesperadamente en el Chiqui Park era una cosa, pero estar
de acuerdo en compartir pasta y albóndigas frente a la televisión,
con Allegra, era algo para lo que Lali no estaba preparada. En aquel
momento, contemplando su figura perfecta monopolizando el hueco de la
puerta, se preguntó cuánto tiempo se quedaría antes de decirle que
tenía que irse. La alarmó profundamente el hecho de que no tenía
ninguna prisa en que se marchara.
–Sólo los estoy aclarando antes de meterlos en
el lavajillas –le explicó, colocándose el pelo tras la oreja y
enrojeciendo ligeramente.
–Ha sido una cena estupenda. Gracias.
Lali se fijó en el hoyuelo tan sexy junto a su boca, Peter sonrió y
ella deseó que no lo hubiera hecho. Era un arma que siempre daba en
el blanco, estaba segura, y podía tentarla a hacer cosas que la
meterían en problemas. También estaba segura de que ella no era la
primera mujer en sucumbir a aquella tentación. ¿Cuántas mujeres
habrían sido expertamente seducidas por aquella fantástica sonrisa?
¿Victoria Kendall, por ejemplo...? ¿Cómo se habría sentido
aquella mujer cuando Peter no apareció a cenar la otra noche, y en
su lugar le mandó rosas amarillas? Lali sabía cómo se sentiría
ella: destrozada.
–Debes de ser fácil de contentar –bromeó tímidamente–. No
era nada del otro mundo. Pero la pasta con albóndigas es el plato
favorito de Allegra.
–Eso es que tu hija tiene buen gusto. La
película también ha sido genial. Creo que no me había divertido
tanto en mucho tiempo.
–¿De veras?
Secándose las manos en una toalla limpia, Lali se dio la vuelta y se
apoyó en la pila para quedar frente a él. Cada nervio de su cuerpo
vibraba ante la mera contemplación de aquel hombre.
–¿Qué es lo que te sorprende tanto?
–Son placeres tan sencillos... –contestó,
encogiéndose de hombros y lanzando la toalla a la pila–. Un hombre
como tú, debe de...
–¿Un hombre como yo?
Para alarma de Lali, Peter atravesó la cocina en dirección a ella.
Su mirada era directa y tremendamente potente. Lali sintió que su
columna se derretía como cera caliente.
–Dime, ¿qué clase de hombre crees que soy, Lali?
–No del tipo que come pasta con albóndigas
frente a la televisión con una niña de seis años y su madre, por
lo menos no habitualmente. Seguramente estás más acostumbrado a
hoteles de cinco estrellas y restaurantes de categoría. Eres el
dueño de una importante empresa de arquitectos y es obvio que te
mueves en círculos muy diferentes a los míos.
El calor se apoderó de su cara y Lali bajó los ojos con timidez.
–¿Y eso te molesta? –le preguntó Peter.
Con la garganta seca, Lali deseó que los fantasmas del pasado la
abandonaran de una vez: Pablo era historia. Debería haber superado
hace mucho tiempo lo mal que la hizo sentir; no debería permitir que
el sentimiento de inferioridad arruinara su futuro... o su presente.
Pero era más fácil decirlo que hacerlo.
–Uno empieza pensando que esas diferencias no
importan... –su voz se rompió– pero importan, sí que importan.
–A mí no.
De repente, su enorme cuerpo musculoso estaba muy cerca. Lali sintió
que se quedaba sin aliento cuando aquellos sensuales ojos azules la
miraron llenos de deseo:
–Eres una mujer preciosa e inteligente, Lali. Cualquier hombre
estaría orgulloso de conocerte, no importa de dónde viniera ni a
qué se dedicara, ¿no te das cuenta?
El labio inferior de Lali comenzó a temblar y se lo mordió con los
dientes para detener el temblor. Viendo aquel gesto, Peter bajó la
barbilla y la besó con dulzura. Lali cerró sus párpados
automáticamente para absorber toda la intensidad del contacto. Aquel
beso tan suave resonaba en todo su cuerpo como una pequeña
explosión, y la hacía desearlo tanto, que se estremeció ante la
fuerza del deseo. Cuando abrió los ojos, Peter la contemplaba como
si su alma hubiera quedado desnuda ante él.
–Sea lo que sea lo que tienes, Lali Esposito, puedes embotellarlo y
te harías rica.
Lali apoyó la mano sobre su robusto pecho, y al sentir su calidez
sintió que se deshacía por dentro. El calor de aquel cuerpo la
quemaba.
–¿Le dices lo mismo a todas tus mujeres?
–Puedo afirmar honestamente que nunca se lo había dicho a otra
mujer en toda mi vida. Y no estoy saliendo con nadie en este momento,
si es eso lo que preguntas.
Lali dudó antes de hacer la pregunta que había tenido rondándole
la cabeza toda la tarde:
–¿Y qué hay de Victoria Kendall, la mujer a la
que me hiciste enviar flores el otro día?
–¿Quién? –preguntó, mientras una amplia
sonrisa se dibujaba en su cara y los ojos le brillaban risueños–.
Victoria Kendall es mi madre.
–¿Lo dices en serio?
–Retomó el apellido de soltera cuando se
divorció de mi padre.
Lali sintió que el alivio recorría su cuerpo. Deseaba a aquel
hombre, pero no hubiera sucumbido a aquella tempestuosa atracción si
él hubiera estado viéndose con otra. Había algunas cosas que nunca
podría transgredir.
–¿Ya estás feliz?
–La felicidad es algo tan efímero... no dura.
–Entonces, vive el momento, ¿no?
Deslizando sus brazos seductoramente alrededor de la cadera de Lali,
Peter deseó poder hacer desaparecer cualquier rastro de tristeza de
sus preciosos ojos verdes. No recordaba haber sentido nunca nada
parecido por una mujer, y eso que había estado con muchas.
–Y bien, señorita Esposito... ¿y ahora, adonde vamos?
Era difícil pensar con claridad con el sofoco que tenía encima.
Lali miró nerviosa a Peter, con la ansiedad rebosándole por los
ojos:
–¿Adonde quieres ir?
Abrumándola con otra arrebatadora sonrisa, Peter abrazó su cintura
un poco más fuertemente:
–¿Quieres que te sea sincero?
Lali asintió.
–Tu cama estaría muy bien.
Ella bajó la mirada, con el corazón latiendo a toda prisa. Sabía
que lo inteligente sería decir «no», pero estaba cansada de su
autoimpuesta contención. Después de seis años de celibato, su
cuerpo se moría por las atenciones de un hombre. Y no de cualquier
hombre. Sólo aquel hombre podía hacerlo... En aquel momento, Lali
sintió que merecía la pena arriesgarse.
–De acuerdo, vamos allá.
Peter observó cómo Lali comenzaba a quitarse la camiseta y, movido
por la impaciencia, se acercó a ella y la ayudó. Un sensual
sujetador de encaje blanco presentaba sus curvas como un exquisito
banquete. La visión de aquella delicia aumentó la excitación de
Peter, y atrajo hacia sí a Lali.
Su beso fue salvaje. Todas las buenas intenciones de ir despacio se
olvidaron en el ardor de la pasión. Peter acarició el pelo de Lali
y la sujetó por la nuca. Luego fue recorriendo y moldeando aquellas
curvas celestiales, y el solo pensamiento de que iba a poseer aquel
hermoso cuerpo lo volvió loco. Había logrado lo que tanto deseaba.
Sintiéndola temblar de excitación, Peter notó la fuerza de su
virilidad y su único deseo fue que los dos experimentaran tanto
placer, que tardaran mucho en olvidarlo. Lali era la imagen viva de
sus mejores fantasías.
Peter deslizó sus manos por la espalda de Lali, acariciándola, y le
desabrochó el sujetador. Los pechos de Lali eran tan deliciosos como
había imaginado: voluptuosos y femeninos, con unos pezones oscuros
que clamaban suplicando placer. Con un gemido que proclamaba su
necesidad, Lali rodeó el cuello de Peter con sus brazos y apretó
sus pechos fuertemente contra él.
–Déjame que termine de desvestirte –susurró Peter, apoyado
sobre su cuello.
Lali le concedió el deseo, estremeciéndose cada vez que él la
tocaba. Cuando estuvo desnuda, Peter la tumbó sobre la cama y se
desvistió él también.
Lali se maravilló al contemplar el cuerpo de Peter: hombros anchos y
rectos, con una musculatura muy marcada; aquel increíble pecho que
desembocaba en un estómago liso y fibroso; caderas pequeñas, y unas
piernas largas y bien formadas, que se entrelazaban con las suyas.
Lali tomó aliento y se dejó devorar por el beso de aquel hombre
mientras con sus manos exploraba el portentoso cuerpo masculino, tan
deseosa de darle placer como él de dárselo a ella.
Peter se movía por instinto, hábilmente, y parecía saber dónde
tocarla exactamente para provocarle el máximo placer. También sabía
la presión exacta que la hacía gemir, y Lali se arqueó sobre la
cama, creyendo que perdería el sentido si no la poseía allí mismo.
Pero Peter se detuvo. Lali sintió que aquellos ojos azules parecían
traspasarle el corazón con la intensidad de su mirada:
–Odio ser la voz de la razón, pero necesito
protegerte.
–¿Tienes...? Quiero decir, ¿has traído...?
Enmudeció de vergüenza. ¿Cómo podía haber sido tan inconsciente
de no haber pensado en ello?, ¿tantas ganas tenía de meterse en
problemas?
Pero Peter alcanzó sus vaqueros, sacó la necesaria protección de
un bolsillo y se la colocó hábilmente. El corazón de Lali volvió
a latir a un ritmo normal. Gracias a Dios que Peter había sido
previsor antes de que las cosas fueran demasiado lejos.
Colocándose encima de ella, Peter cubrió a Lali con su cuerpo. Ella
pasó los brazos alrededor de su cuello y, con un suspiro hambriento,
recibió ansiosa el beso de Peter. Mientras su boca se movía sobre
la de ella, lamiendo y chupando, mordisqueando y besando, Peter
deslizó una mano entre las piernas de Lali y las abrió suavemente.
Lali estaba preparada para él prácticamente desde que Peter había
sugerido que fueran a la cama, y ahora Peter se introdujo dentro de
ella, llenándola con su firmeza mientras Lali enloquecía de placer.
Peter se movió expertamente y hasta el fondo, apretando sus caderas
contra las de ella mientras su boca se apoderaba primero de un pezón
y luego del otro. Lali clavó las uñas en aquella espalda fuerte y
musculosa, y las yemas de sus dedos se escurrieron sobre la piel
bañada de sudor, en el instante en que Peter la llevó más allá
hasta un gozo intenso como no había experimentado antes. Con un
poderoso gemido que le pilló a él también por sorpresa, Peter se
unió a ella un momento después. Lali disfrutó de la sensación del
peso de su cuerpo aplastándola contra la cama.
Cuando Peter levantó la cabeza para contemplarla, el corazón de
Lali estalló de alegría al verlo sonreír.
–Sin duda es usted lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo,
señorita Esposito.
–Usted tampoco está mal, señor Lanzani.
–Sólo tengo una pregunta.
–¿Cuál? –preguntó Lali, que había capturado un dedo con su
boca y lo chupaba y besaba.
–¿Por qué nadie me había informado de que la
mujer de mis sueños trabajaba delante de mis narices?
–Delante de tus narices no, tú estabas en la sede de Nueva York
–le recordó Lali.
–¡Qué gran error! –exclamó, y le robó otro
beso apasionado. Cuando levantó su cabeza de nuevo, su expresión
era más seria–. Tan pronto como pueda terminar mis asuntos en la
oficina de Nueva York, me trasladaré a Londres
definitivamente, ¿te lo había dicho?
Lali lo miró:
–No, no me lo habías dicho. ¿Puedes hacer eso?
Su cerebro consideró rápidamente todo lo que implicaba el que Peter
trabajara permanentemente en Londres mientras, distraída, acariciaba
sus bíceps.
–Cariño, puedo hacer lo que me apetezca: soy el
dueño de la empresa.
Algo en la mente de Lali reclamó su atención. ¿Qué era eso de
estar encantada con que Peter se estableciera en Londres? Habían
hecho el amor, y había sido lo mejor que le había pasado en años,
pero no podía permitirse dejarse arrastrar por eso. Peter acababa de
recordarle quién era, y Lali no se hacía ilusiones de que su
relación iría más allá de una breve y apasionada aventura.
Los hombres como Peter Lanzani no se comprometían con mujeres como
ella. Cuando Peter se cansara de ella, se moriría si tuviera que
verlo cada día en el trabajo, sabiendo que no había sido más que
una distracción temporal.
–¿Por qué te hiciste arquitecto?
Lali buscaba cualquier dato que respaldara su certeza de que una
relación entre ambos nunca podría funcionar. Porque Peter había
despertado tal deseo, que ya no podía ignorarlo.
–Mi padre era arquitecto –comenzó a relatar Peter, mientras le
besaba los dedos uno a uno, y su sonrisa derretía el corazón de
Lali–. Desde pequeño me fascinaba lo que él hacía. Él me
llevaba a ver los edificios que había diseñado y me explicaba cómo
los había hecho. Cuando se jubiló, yo llevaba trabajando para él
diez años, así que me gustó hacerme con el mando. Su socio James
Stoughton se había jubilado un año antes, con lo que yo era la
elección más lógica para dirigir la empresa.
–¿Y no te resultó difícil asumir la
responsabilidad de continuar con la empresa de tu padre?
–No, sabía que podía hacerlo –respondió
sonriendo ante la pregunta–. ¿Por qué iba a resultarme difícil?
–Obviamente nunca te ha fallado la confianza en
ti mismo... ¿Cuándo te hiciste tan seguro de ti?
La mirada hambrienta de Lali recorrió el rostro de Peter, examinando
un rasgo perfecto detrás de otro, sin encontrar ningún defecto.
Hasta las finas arrugas junto a sus ojos y los surcos a ambos lados
de su boca le resultaban atractivos.
–La verdad es que nunca había pensado en eso –frunciendo el
ceño, Peter tomó el rostro de Lali entre sus manos–. ¿Por qué
preguntas tanto, eh?
–Acabamos de hacer el amor –contestó,
encogiéndose de hombros, y tratando de ignorar el repentino deseo
que comenzaba a apoderarse de nuevo de su cuerpo–, y no sé apenas
nada de ti.
–Cuando te haya hecho el amor de nuevo, podrás
preguntarme todo lo que quieras... ¿Hecho?
La pasión de Peter aplacó sus miedos.
–Hecho –susurró, mientras los labios de Peter descendían sobre
los suyos.
Por que tengo la sensación de que va a pasar algo?
ResponderEliminarGracias por un poquito de alegria, ya me entiendes..
Te amo
Sabes que siempre voy a intentar hacerte la vida un poquito mas mejor sister...perdon si no lo consigo mucho...
EliminarTe amu hermanita!!
hasta hoy me enganche con la nove y me encanto , saludos desde colombia :p
ResponderEliminarCreo q ahora se viene lo mejor no? ja ja más nove me encanta!
ResponderEliminarRapidito se hizo con Allegra,y termino convenciendo a Lali.Cena en casa ,película,k mas quiere lali,otro no habría pasado ni siquiera ,x la zona d juegos.
ResponderEliminarSi, sacaste la verificación .Gracias.
ResponderEliminarMenos mal k al fin Lali se dejó llevar.¡Lo bien k lo pasaron!.La pasión d Peter aplaco sus miedos y los labios d el descendían sobre los suyos........después d 6 años d sequía,me parece a mi k se va a recuperar en una sola noche,jajaja.
ResponderEliminarQ lindo cap,Peter un tierno con Alegra!y q suerte q lali bajó la guardia y se arriesgó a probar,creo q no se va a arrepentir!
ResponderEliminarQ bueno firmar sin verificacion .GENIA!
ResponderEliminarPeter esta super deslumbrado parece más un hombre avido de formar flia q un don juan q no se compromete!
ResponderEliminarLali va a levantar su autoestima velozmente,mientras Pablo le decía q no servia en la cama .Peter le dijo todo lo contrario,la tratao como una reina.Es un AMOR.Dónde hay uno así?JAJA!
ResponderEliminarA todo esto,dónde quedó Allegra?
ResponderEliminarOjalá seenamore de Peter,ella tambien necesita una figura masculina en su vida.Y q bueno q vea q su mamá puede tener una relacion con un hombre para sacarse de la cabeza todos esas cosas q le metió su abuela!
Por último creo q ya es claro q me encantó el cao y me encantaría leer más #INSACIABLE!(yo soy capaz de leer un libro en 2 días cdo me atrapa)
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