"El cuento ha cambiado, el zapato no se ha encontrado. Caperucita se come al lobo, el principe se vuelve sapo, la princesa tiene estrias, hay que cenar con la madrastra en nochevieja, el hada madrina se jubiló y los enanos trabajan en el circo."

lunes, 23 de julio de 2012

Capítulos 33 y 34


Hola chicas! Tarde pero seguro, aquí os traigo dos nuevos capítulos!! 
Siento haber desaparecido dos días y gracias por los comentarios y las visitas!!
Se que muchas están pidiendo escenas Laliter pero habrá que esperar un poquito! Tengan paciencia!!
Os dejo disfrutar de los capítulos! Besos!

Capítulo 33

Peter y Eugenia se encontraban junto a sus respectivos coches, bajo el resplandor anaranjado de una farola situada al extremo del aparcamiento del pub. Se les veía un tanto incómodos, entre otras razones por el contraste entre el elegante BMW de Eugenia y el viejo y destartalado cacharro de Peter.
—Gracias —dijo ella—. Ha sido muy agradable.
—Sí —coincidió Peter, quien se preguntó si, en efecto, era verdad.
Aún no estaba seguro del propósito de la cita. No se habían producido discusiones sobre el dinero ni anuncios de embarazos inminentes, gracias a Dios. A primera vista, sólo se trataba de unas cuantas bebidas entre amigos en un ambiente cordial. En todo momento habían esquivado el tema del divorcio. Peter miró a Eugenia, a quien se la veía menuda y vulnerable bajo la oscuridad. Parecía imposible que la persona que había sido su mujer, su amor, su vida entera fuera la misma que la desconocida que tenía enfrente.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó él.
—Veamos cómo van las cosas.
¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Por qué las mujeres siempre querían hombres expertos en la lectura avanzada de la mente?
—No he tenido muchas ex esposas —respondió él con tono desenfadado—. No conozco el protocolo que hay que seguir en las despedidas.
Eugenia adoptó una actitud de recatada coquetería.
—¿Debería darte un beso amistoso en la mejilla o qué?
—Puedes hacerlo —respondió su ex mujer—, si es que quieres.
Peter se inclinó hacia abajo y le plantó un dubitativo beso en la mejilla. A pesar de que Eugenia le había pateado el corazón hasta dejárselo como un balón deshinchado, seguía añorando el olor y el tacto de su piel. Resultaba deprimente acostarse solo en una cama individual mientras pensaba en su mujer, acurrucada con su nuevo novio en la confortable cama doble que antes compartieran Peter y ella. ¿Había sido el matrimonio de ambos tan terrible como para que terminaran así? Peter siempre había pensado que el amor era como un río: a veces, apacible como un meandro; otras veces, un torrente furioso, y en ocasiones, durante los periodos de sequía, se vaciaba y desaparecía por completo. Pero el cauce siempre estaba ahí, trazado en el paisaje. Y Peter no había contado con que Eugenia tratara de borrarlo como si no hubiera existido jamás.
¿Acaso el matrimonio no consistía en jurar que permanecerías junto al cónyuge en lo bueno y en lo malo, y que si las cosas se ponían difíciles no saldrías corriendo a los brazos del primer hombre que agitara su ternera de primera clase ante ti? A Peter le gustaba pensar que si las cosas hubieran sido al contrario y él fuera quien hubiera sido tentado por una aventura amorosa, la habría rechazo. Amaba a Eugenia demasiado como para portarse de esa manera. Y había confiado en que ella sintiera lo mismo hacia él. Quizá la traición a esa lealtad le dolía más que el hecho físico del adulterio.
Eugenia levantó la mano, le pasó los dedos por la mejilla y luego le besó en los labios con ternura.
—¿Sabe Axel que estás aquí? —preguntó Peter.
—No —admitió ella bajando la voz.
—En ese caso, más vale que te marches —le aconsejó—. No vaya a preocuparse.
Eugenia se giró en dirección a su coche.
—Te llamaré.
—Sí.
Peter observó cómo se subía al asiento del conductor, arrancaba el motor y se adentraba en la oscuridad de la noche. Con un hondo suspiro, se encaminó a su viejo y destartalado cacharro. Jamás, ni en un millón de años, conseguiría entender la mente femenina. Se llevó los dedos a los labios, donde Eugenia acababa de besarle. Empezaban a aflorar en él sentimientos que trataba de ignorar con todas sus fuerzas. No sabía qué había esperado encontrarse en aquella cita, pero, desde luego, aquello en concreto no lo había previsto.

Capítulo 34

Llevo puesto mi pijama más cómodo y me dispongo a buscar consuelo acurrucándome en la cama con una bolsa de agua caliente; así de emocionante es mi vida. Antes de retirarme a dormir, hago una batida en el armario en busca de ropa adecuada para mi comida de trabajo de mañana. ¡Ja! un solo día como empleada y ya tengo reuniones de alto nivel en restaurantes de postín. Sólo que hace tanto tiempo que no he estado en un restaurante así que no dispongo de la ropa adecuada. Me muerdo el labio. En los últimos años, mi idea de una comida elegante ha consistido en tres vasos de vino en el pub de la esquina con Cande, seguidos de un kebab grasiento en el camino de vuelta a casa.
La ropa de Benjamin sigue colgada en el armario; bueno, la mayoría. Cuando decidió salir de nuestras vidas con tanta precipitación preparó un equipaje ligero. Debería tirar las prendas o llevarlas a una organización benéfica, pero es como cuando alguien muere en la familia: no me siento capaz de desprenderme de su ropa y admitir, por fin, que no va a regresar. Y no es que quiera que vuelva. Dejó a su paso un rastro de devastación demasiado grande como para que se me ocurra volver a recorrerlo.
Cuando Benjamin se marchó por primera vez lloré tanto que pensé que nunca iba a parar. Era como si me hubieran sacado las entrañas y se hubiera quedado un enorme vacío donde antes se encontraba mi verdadero yo. Contemplé la posibilidad de comprar un paquete de cigarrillos —aunque no fumo— y apagarlos en mis brazos para poder salir de mi entumecimiento. Más tarde, cuando volvió a marcharse, lloré menos, y no sentí el impulso de ir a comprar tabaco. Cuando me abandonó por tercera vez, ya no me quedaban lágrimas. No es que el dolor hubiera disminuido; simplemente mis conductos lacrimales estaban secos por exceso de uso. Creo que di comienzo a un fenómeno médico: lesión de las vías lacrimales por esfuerzo repetitivo. Si Tumley & Goss fueran capaces de encontrar a mi marido fugado, podrían interponerle una demanda en mi nombre, eso seguro.
Según un proverbio budista, es bueno que el corazón se rompa, ya que de esa manera aprende a abrirse. Mi corazón se ha roto tantas veces que más que abrirse bien podría haber estallado en pedazos. Además, se ha vuelto muy desconfiado, y no le falta razón. Ahora está rodeado de una valla de alambre de espino que mantiene alejados a los intrusos. Lo que pasa es que está harto de que la gente se cuele sin permiso, lo pisotee sin ningún cuidado y luego se marche dejando atrás los destrozos. Desde luego, cuenta con todo mi apoyo.
Acaricio la manga de una de las camisas de Benjamin. Era mi preferida. Se la regalé por su cumpleaños, o por Navidad, no me acuerdo bien; me encantaba cómo le sentaba. Me llevo el tejido a la cara e inhalo su olor. Almizclado, masculino, con un leve rastro de su habitual loción para después del afeitado y un toque de suavizante económico de Tesco. A veces nos llevábamos bien. Suelto la manga y noto una punzada en mi corazón magullado. Y otras veces, no.
La puerta se abre de golpe y Allegra hace su entrada esforzándose por acarrear en brazos a Bruno, aturdido y somnoliento.
—Pensábamos que a lo mejor te sentías sola —explica.
Esbozando una sonrisa cansada, cedo mi cuota de edredón. Allegra y Bruno se encaraman a mi lado y los tres nos acurrucamos en la cama. Me pregunto si llegará el día en que me sea posible concebir la idea de acostarme con alguien que no sea un par de niños inquietos. Diviso la fotografía de mi ex marido, que me brinda una sonrisa de oreja a oreja. Decido ponerle boca abajo. Mañana por la mañana, nada más levantarme, le tiraré a la basura. A ver qué tal le sienta.
Con ese alentador pensamiento, apago la luz.

8 comentarios:

  1. Lina (@Lina_AR12)24 de julio de 2012, 2:16

    Tirar esa foto es la mejor idea q Lali ha tenido,JAJA!

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  2. noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  3. es genialllllllllllllllllllllll

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  4. Mucho duró esa fotografía ,¡K la tire,pero ya!,k no espere a la mañana.Euge algo busca, y el tonto d Peter parece un baboso.

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  5. Como a eugenia se le ocurra volver con peter..... Y como el acepte..... La lleva clara!!!!

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  6. ahora llega eugenia a confundirlo.....y Lali....? necesitan ser felices estos dos

    MAS!!

    te amo!!

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