Capítulo 27
El taxi tardó una eternidad en llegar
al apartamento de Nico. Pero claro, en estos tiempos que corren, los
niños se niegan a recorrer a pie una distancia superior a cien
metros, de modo que los taxis de la zona están contratados de
antemano para recorridos escolares. Cande había llamado a Lali a su
casa, pero debía de haberse marchado a trabajar y su móvil no
estaba disponible. Aunque, la verdad, no sabía qué iba a contarle.
En cualquier caso, ése era el menor de sus problemas. Antes de nada,
tenía que enfrentarse a Agus.
Tras un trayecto angustioso, el
vehículo se detuvo ante su casa. A toda prisa, Cande pagó al
conductor y luego se bajó del coche con ademán cauteloso. Objeto de
atención a causa del extravagante atuendo de la noche anterior, se
preparó para afrontar las consecuencias. Esquivó el cochecito de
muñecas de Ellie, que se había quedado en el jardín, y subió
corriendo hasta la entrada. Cuando estaba intentando meter la llave
en la cerradura, la puerta se abrió. Allí estaba Agus, con aspecto
indignado.
—¡Gracias a Dios! —explotó—.
¡Has vuelto!
—Agus —empezó a decir ella—,
puedo explicarte...
—No me lo digas —Agus levantó la
mano—. Te emborrachaste y caíste inconsciente en casa de Lali.
—Yo... —Cande se interrumpió en
seco, boquiabierta—. Sí.
—Las niñas no han desayunado aún
—protestó Agus—. Y llego tarde. Me voy. Hasta luego.
Dicho esto, pasó corriendo junto a su
mujer y se subió de un salto a su coche de la empresa.
Cande se quedó observando cómo salía
embalado calle abajo sin saber si debería sentirse aliviada o
decepcionada por el hecho de que a su marido no le interesase
demasiado saber dónde había pasado la noche. ¿O acaso debería
sentirse aún más culpable por la confianza que depositaba en ella?
A lo mejor sólo se trataba de que Agus era incapaz de imaginar que
otro hombre la encontrase atractiva. ¿Por qué la vida y el amor
tenían que ser tan complicados? Si Cande se hubiera mantenido en sus
trece y se hubiera metido a monja, tal como era su intención a los
once años, nada de esto habría llegado a suceder. Se frotó la
cara.
Ellie se acercó a la puerta. Llevaba
puesto su tutu de ballet y sus alas de hada. Su cabello enmarañado
recordaba al de una bruja loca.
—Mamá —gimoteó—, me muero de
hambre.
Cande también se moría de hambre;
pero no de comida, sino de cariño y comprensión.
Capítulo 28
A las seis en punto, el final de una
jornada lenta y aburrida, Nico asomó la cabeza por la puerta de la
oficina de Peter y retrocedió espantado —sólo una parte de su
horror era fingido— al ver el panorama de los documentos de su
amigo esparcidos por el suelo.
—¡Joder! ¿Qué ha pasado aquí?
Nico se abrió paso a través de los
papeles, fue a instalarse en su lugar habitual, el sillón de
imitación de piel, y puso los pies sobre el escritorio.
—Me está organizando —explicó
Peter.
—Así lo llaman ahora, ¿no? —Nico
levantó el dedo de en medio.
Fuera lo que fuese la «organización»,
Peter pensaba que tener a Lali en la oficina era genial; por la
compañía, más que nada. Ser trabajador autónomo estaba muy bien,
una íntima unidad empresarial dispuesta a comerse el mundo; pero la
realidad era que se pasaba casi todo el tiempo a solas, mirando
cuatro paredes y esperando a que un cliente se dignara a aparecer.
Algo similar a los últimos estadios de su matrimonio, cuando se
quedaba mirando cuatro paredes esperando a que Eugenia se dignara a
regresar a casa. Peter suspiró y se preguntó cuándo cicatrizaría
la herida. Cada vez que creía que empezaba a superarlo, Eugenia
volvía a presentarse como caída del cielo, provocando que el ánimo
de Peter se desplomara de nuevo. No tenía ni idea de por qué había
accedido a encontrarse con ella esa misma noche, ni siquiera sabía
por qué Eugenia quería verle. Probablemente entablarían una
conversación acerca del dinero, los abogados y el divorcio, ya que
eran los únicos temas sobre los que hablaban últimamente. Aun así,
Peter no tenía nada mejor que hacer, lo cual resultaba bastante
triste.
—Y bien, ¿dónde está la
encantadora Lali?
Nico no se encontraría sumergido en
semejante torbellino interno si hubiera tenido una esposa que lo
hubiera abandonado. Se habría limitado a borrarla de su radar
personal y se habría llevado a la cama a cualquier mujer disponible
en el condado de Buckinghamshire, o más allá, para purgar su propia
alma. Parecía una idea estupenda, pero Peter no era de esa manera,
por mucho que lo lamentara.
—La envié a casa temprano —explicó
Peter—. Tenía un aspecto terrible y una resaca monumental.
—Sí, claro —respondió Nico con
sequedad.
—Fue una noche estupenda —comentó
Peter.
Lo cual había sido una agradable
sorpresa, ya que era justo decir que en un primer momento habría
preferido comerse un plato de sus propias uñas de los pies antes que
acudir a semejante antro. Además, volver a ver a Lali, y en
circunstancias relajadas, había resultado más gratificante aún. Se
preguntó si ella opinaría lo mismo.
—Me lo pasé muy bien.
—Yo también —Nico esbozó una
sonrisa de satisfacción—. Entonces Lali y tú...
—Lali y yo, ¿qué?
—Amigo mío, ¿ha pasado tanto tiempo
que tengo que dibujarte un diagrama?
—Ah, te refieres a eso —dijo Peter
con tono ambiguo— Pues claro que no. Apenas la conozco. Aunque ya
sé que no es razón suficiente para algunos —clavó las pupilas en
Nico—. Y ahora, según dice, es mi ayudante ejecutiva y asesora
comercial. No hay que mezclar el trabajo y el placer.
—Si todo el mundo opinara de la misma
manera, los congresos no existirían —observó su amigo—. ¿Sabías
que el trabajador británico medio se pasa ligando cinco horas de la
jornada laboral? —Nico esbozó una amplia sonrisa—. El resto del
tiempo lo desperdicia.
—Bueno, yo no me identifico con el
trabajador medio, la verdad —dijo Peter—. El sutil arte del ligue
me ha eludido siempre. La única vez que guiñé el ojo a una mujer
en un pub, sufrí la paliza de su novio, un armario de tres cuerpos
que estaba detrás de ella. La idea de salir al mundo y relacionarme
otra vez con el sexo contrario me aterroriza.
—No puedes seguir viviendo con tu
madre el resto de tu vida, Juan Pedro —Nico agitó el dedo índice
en dirección a su amigo—. Confiaba en que anoche hubiera habido un
poco de coqueteo, un poco de química. Entiendo de estos temas.
—Lali podrá ser una mujer guapa,
preciosa si quieres, pero mi relación con ella seguirá siendo
puramente platónica.
—¿Y sabes por qué? —preguntó
Nico—. Porque los dos sois unos cachorros desconsolados a los que
os asusta el compromiso.
—Dime —replicó Peter— cuándo
tuviste tú una novia estable por última vez.
—Pues mira, ayer mismo.
Peter se incorporó de golpe en su
silla de jardín de plástico.
—¿Ayer? ¿Te refieres a Cande?
¿Cande, la amiga de Lali?
Nico hizo un gesto de confirmación con
la cabeza.
—La pena es que está casada —dijo
Nico—. Y tiene hijos.
—Dos.
—¿Cuántos necesitas para que la
idea te parezca realmente atroz?
Peter negó con la cabeza.
—En cualquier caso —prosiguió Nico
con tono airado—, ¿quién te ha dicho cuántos hijos tiene?
—Lali, ¿quién va a ser si no? Nos
hemos pasado el día contando chismes como colegialas.
—Qué bien.
—Venga ya, Nico —Peter hizo otro
gesto de negación con la cabeza—. Incluso para ti, es un caso
típico: mujer casada con hijos. Me parece que necesitamos una
cerveza de emergencia.
Peter atravesó la estancia en
dirección al destartalado frigorífico situado en un rincón de la
oficina y sacó dos latas de Stella Artois del paquete de seis que
reservaba para circunstancias extremas. Aquella circunstancia, sin
lugar a dudas, podía clasificarse de extrema. Entregó una de las
cervezas a Nico y ambos abrieron sus respectivas latas.
—Esta vez me ha dado fuerte —confesó
Nico, y bebió un trago.
—Sí, pero te recuperarás al cabo de
una semana. Como siempre.
Nico mostraba una expresión de
seriedad.
—Esta vez no.
—Esta vez tienes que olvidarte más
que nunca —atajó Peter—. Es de esos casos en los que muchas
personas pueden salir perjudicadas. Un negocio en potencia para mi
abogado y, créeme, no lo necesita en absoluto. Amigo mío, tienes
que salir corriendo.
—Gracias por tus ánimos.
—Nico, el mundo está lleno de
mujeres guapas y solteras. Ya conoces a varias decenas; íntimamente,
me refiero
Nico seguía bebiendo su cerveza y
Peter entendió que sus palabras caían en oídos sordos.
—A mí me ocurrió justo lo contrario
—prosiguió Peter—, y es algo terrible. Terrible, te lo aseguro.
No le hagas eso a otro hombre. Puede que sea un tipo estupendo que no
se lo merezca.
—Y puede que sea un gilipollas que se
lo haya ganado a pulso —saltó Nico como un resorte—. ¿Acaso las
casadas se acuestan con otros hombres cuando son felices en su
matrimonio?
Peter dio un respingo de dolor.
—Perdona, colega —se excusó Nico,
ligeramente avergonzado—. No era mi intención herirte.
—No —respondió Peter—; pero ya
ves lo mucho que duele.
—Esto es distinto —Nico se mostraba
desdeñoso—. Diferente por completo. Además, somos adultos.
—Sí, en tu caso es verdad —aunque
Peter opinaba que, por el momento, semejante afirmación resultaba
cuestionable, dado el comportamiento de su amigo—. Pero ¿qué me
dices de sus hijas? —insistió.
—Me encantan los niños —repuso
Nico—. Siempre he querido ser padre.
—¿Desde cuándo?
—Desde ayer —dijeron ambos al
unísono.
Peter era consciente de estar
malgastando energía. Una vez que Nico tomaba una decisión,
resultaba imposible hacerle cambiar de idea. Abrigó la esperanza de
que Cande fuera más sensata que el zoquete de su amigo y de que el
asunto no terminara con las paredes manchadas de sangre y una batalla
por la custodia de las niñas. Miró a Nico y declaró:
—Tu concepto de «siempre» es como
las faldas de Kylie Minogue: demasiado breve.
Hace muy poco que te leo,
ResponderEliminarhoy a la mañana para ser exactos jajja.
Pero te juro que estas novelas me atraparon de una manera increible!
Espero mas, y ya te sigo :)
Un beso grande.
Bueno parece que Nico se quedó colgado
ResponderEliminarAhora a ver si estos dos dan algún paso......es por el bien de ellos
Te amo sister!!!!!!
QUIERO MAS!!!!
Nico enganchado,d una noche ,y no le importa k Cande tenga dos hijos.Peter negador total ,para el y para Nico.Me parece k perdió la fe en el amor.
ResponderEliminarJa ja genial! Más!
ResponderEliminarQ distintos son Nico y Peter y Cande y Lali,dicen q los opuestos se atraen pero aquí ocurre lo contrario,Peter y Lali son muy semejantes!Q se animen a probar!
ResponderEliminarMas mas mas mas mas
ResponderEliminarMas me encanta
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