Hola!! Que tal comenzaron la semana??
Aquí vengo con otros dos capítulos, me alegra mucho que os guste la novela!
Siento no avisar por twitter pero no se que mierda le paso que no me funciona...(la tecnología me odia!)
Besos a todas! Firmen mucho! Se les quiere!!!
Capítulo 25
Cande se incorporó en la cama,
envuelta en una sábana y embargada por un cierto sentimiento de
timidez. Nico, ataviado con un sobrio traje negro de firma, tomó
asiento a su lado y le acarició el cabello.
—Tengo que irme —anunció.
La besó lentamente, mordisqueándole
los labios con suavidad. Acto seguido, introdujo un dedo bajo la
sábana y le acarició un pezón. Cande notó otra oleada de placer,
de las que habían abundado la noche anterior, más de las que podía
recordar desde hacía una eternidad.
—Pero me gustaría repetir.
—Nico, es demasiado complicado —Cande
sacudió la cabeza. Incluso una única vez había sido una locura—.
Ni siquiera sé cómo voy a explicar en mi casa lo de esta noche.
Nico vivía en un elegante apartamento
situado en una ostentosa urbanización de Campbell Park. El cristal,
el cromo y los suelos de pizarra negra que se veían por doquier
hacían juego con la etiqueta del precio. Cande ignoraba cómo sería
el resto de la vivienda, pues habían ido derechos al dormitorio
cuando el taxi les dejó en la puerta. Pero allí el ambiente era de
sexo desenfrenado.
Se trataba de una estancia impecable,
varonil, y hasta las consabidas sábanas de seda negra conseguían
dar un aspecto de exquisitez.
Cande dirigió la vista a la ventana y
contempló el parque, las onduladas colinas y las mullidas ovejas que
salpicaban el paisaje, aunque se encontraban en pleno centro de la
ciudad. Era el polo opuesto a su chalet adosado, agobiante e inundado
de juguetes. A través de las endebles paredes de su casa se oía
discutir a los vecinos de al lado, y lo más probable era que los
vecinos a su vez escucharan las broncas cada vez más frecuentes
entre Agus y ella. Ruborizándose ante la ocurrencia, Cande abrigó
la esperanza de que los vecinos de Nico no les hubieran oído la
noche anterior. Pasó la mano por la arrugada seda y le vino a la
memoria su espantosa funda de edredón de flores, comprada diez años
atrás en los almacenes BHS. Pasara lo que pasase a partir de aquel
momento, decidió que algunas cosas tenían que cambiar.
Mientras tanto Nico recorría con los
dedos la sensible piel del brazo de Cande y la miraba con ojos
oscuros y seductores. No cabía duda de que era un hombre atractivo a
más no poder y, aunque tenía unos cuantos años más que ella,
respondía a la imagen del amante joven, terso y salvaje de una mujer
mayor, y es que Cande se sentía de la edad de Matusalén. Nico le
recorrió el cuello con los labios.
—Me lo he pasado muy bien.
—Yo también —jadeó Cande.
Nico acababa de afeitarse y olía a
loción de aroma potente y precio excesivo. Deseó besarle otra vez y
entendió que lo que buscaba era almacenar recuerdos, ya que aquellos
momentos eran los últimos que pasarían juntos.
—Nico, no he hecho nunca antes nada
parecido.
—Ah, ¿no? —Nico esbozó una amplia
sonrisa—. Pues yo sí —le guiñó un ojo.
Cande le dio una palmada en el brazo.
—No te burles.
—No me estoy burlando —repuso él—.
Formas parte de una larga fila de mujeres casadas a las que he
atraído con señuelos hasta mi nido de amor con el propósito de
seducirlas.
Cande se mostró desolada.
—¿Hablas en serio?
—No —respondió Nico—. Eres la
única. Te lo prometo.
Pero Cande no sabía si podía
creérselo de verdad. Le costaba imaginar que Nico anduviera escaso
de mujeres —casadas o no— deseosas de mantener calientes sus
sábanas negras.
—Venga. Si quieres, te llevo a casa
—dijo Nico—. Me queda de camino.
La casa de Cande no le quedaba de
camino ni por lo más remoto. Nico trabajaba en una de las
instituciones financieras que habían trasladado su sede central a
las afueras de Londres para aprovechar los alquileres más bajos que
la nueva ciudad de Milton Keynes ofrecía. Se dedicaba a algo que
sonaba emocionante e importante, aunque, para ser sincera, no
recordaba bien de qué se trataba. Se preguntó si se acordaría de
esa noche cada vez que pasara por la oficina de él.
—Prefiero que no —respondió Cande.
Nico se levantó, aunque a
regañadientes.
—Disfruta de las instalaciones —hizo
un gesto en dirección al cuarto de baño incluido en el dormitorio.
—Gracias.
Era temprano, pero había que empezar a
ponerse en marcha. Tenía unas niñas que alimentar, una casa que
limpiar y un marido al que pedir disculpas. Menos mal que esa mañana
en concreto una amiga de Lali iba a llevar a Bruno a Tumble Tots, el
centro de actividades infantiles. Temblaba al imaginar qué diría
Agus si la amiga de su mujer se presentara con un niño vociferante
bajo el brazo cuando no había rastro de la dueña de la casa.
—No te des prisa —dijo Nico—.
Quiero imaginarte en mi casa mientras estoy trabajando. Aunque si
tienes la intención de registrar mis cosas en cuanto me marche, te
diré que las fotografías comprometedoras de mis ex novias están en
una caja de zapatos, en la parte izquierda del armario.
Cande esbozó una sonrisa.
—¿Por quién me tomas?
Nico la besó apasionadamente.
—Por una mujer preciosa y muy, muy
sensual —soltó a Cande y se encaminó hacia la puerta—. Ya sabes
cómo encontrarme si cambias de opinión —dijo—. Llámame siempre
que puedas.
—Sí —respondió Cande, a sabiendas
de que jamás lo haría.
Capítulo 26
Me las he arreglado para motivarme a mí
misma a salir de mi estupor y, en efecto, estoy trabajando un poco.
Peter parece más aterrorizado que agradecido por el hecho de que me
haya recuperado; pero creo que se debe a que tengo todos sus papeles
esparcidos por el suelo de la oficina con el propósito de
organizados. Admito que, de momento, el desorden es mayor que cuando
empecé, aunque estoy convencida de que la situación es transitoria.
Haría este trabajo sólo por
diversión, en serio. ¿Qué estaría haciendo ahora mismo si me
hubiera quedado en casa? Imagino que planchando, viendo el concurso
Cuenta atrás en la televisión —bajo el falso pretexto de mantener
el cerebro despierto—y decidiendo qué OCNI (objeto congelado no
identificado) podría sacar del congelador y transformar en una cena
de alto valor nutritivo.
En la oficina, la jornada ha discurrido
en calma, lo que no es precisamente bueno, ya lo sé; pero al menos
Peter y yo hemos tenido tiempo para conocernos un poco mejor. Ahora
sé que ha vuelto a vivir con sus padres y que detesta la situación,
que no tenía la intención de dedicarse a la venta de coches de
segunda mano y que no acaba de entender por qué lo hace. Sé que
deseaba con todas sus fuerzas tener hijos y que estaba muy enamorado
de su mujer. Y sé que Eugenia tenía que estar loca de remate para
abandonarle, aunque sospecho que, a poco cerebro que tenga, ella
también opina lo mismo.
¿Por qué no pude conocer hombres
buenos como Peter en mi tortuoso recorrido por el universo del amor?
¿Y por qué las mujeres que conocen hombres buenos siempre terminan
abandonándoles por culpa de un hijo de puta? ¡Ay, qué cruel es la
vida!
Pongo freno a mis divagaciones cuando
suena el teléfono, aunque ambos tenemos dificultades a la hora de
localizarlo, ya que se encuentra enterrado bajo una avalancha de
papeles, que están perfectamente organizados, debo añadir. Lo que
pasa es que, a simple vista, no da esa impresión.
Por fin, doy con el aparato.
—Peter Lanzani Internacional
—respondo al tiempo que dirijo una sonrisa a Peter—. ¿En qué
puedo ayudarle?
Es Eugenia, quien se identifica de una
manera un tanto seca para mi gusto.
«Doña Culo de Aerobic», anuncio a
Peter moviendo los labios en silencio.
Con un resoplido de desgana, se pone al
aparato.
—Hola, Eugenia —dice con tono
animado.
Levanto los pulgares hacia arriba en
señal de aprobación.
—Sí. Sí. Sí —corea él.
Maldita sea. Así no hay quien se
entere de qué va la conversación.
—Sí. Sí. Sí —prosigue—. Sí.
Sí. Sí. De acuerdo, adiós.
Cuelga. Y no dice nada.
—Soy tu ayudante ejecutiva y asesora
comercial —le recuerdo tras un intervalo apropiado—. Eso
significa que debes contármelo todo.
Peter tiene la mirada perdida en la
media distancia.
—Quiere verme. Esta noche.
—¿Y has aceptado?
Peter se encoge de hombros.
—¿Qué otra cosa podía decir?
Esto no tiene buena pinta, me parece a
mí. No, no tiene buena pinta en absoluto.
pues que bien, ahora llega eugenia a estropear lo que sea que haya empezado entre estos dos........y ahora que quiere???
ResponderEliminarQuiero mas!!!!!!!!
te amo hermanilla!!!!!!!!!
Euge es dev temer y Peter me parece q es tan blando q le sacan lo q quieren!
ResponderEliminarEn cuanto a Cande si q tiró la chancleta!JAJA y parece q no la pasó nada mal!
Cande ,x dios cambia al "setuo"k tienes en el sofá ,x esa joyita,todo adulación.Lali,y su movimiento d labios ,doña culo d aerobig,jajaja.¡K poco espíritu Lanzani ,a todo k si,si,si,¡déjala plantada!.¡Pobre mi Lali ,ya piensa k todo va mal ,y ni siquiera comenzó.
ResponderEliminarHahah Eugenia lo va. Arrunar tan bn w veníamos Che ...mas
ResponderEliminarMas
Mas
Zorra eugenia!!! Espero q peter sepa bien lo q hace más!!
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